T R E S

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— ¿Qué bicho te picó ayer en la fiesta? —interrogó Emily

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— ¿Qué bicho te picó ayer en la fiesta? —interrogó Emily.

Estamos comiendo en el cafetín, mientras nos miramos a la cara.

—Pos, nada.

— ¿Nada? —frunció el ceño—. Te pusiste a jugar, y de pronto escogiste reto y le bailaste al chico más intocable del instituto.

—Ah, eso.

En mi defensa, quería vengarme.

—No me tomes el pelo —me miró fulminándome—. Borracha no estabas, vi que mencionaste a la ex integrante de la clase A, Alice Miller, ¿De dónde la conoces?

Solté un suspiro.

—Si te digo, no me creerás.

—Si lo haré, dime.

—Es mi hermana. —admití rápido.

— ¿Qué?

—Lo que escuchaste, ahora déjame comer.

Me llevé una cucharada de arroz a la boca, y los estudiantes de mi alrededor no paran de verme. Después de la fiesta, todos tienen sus ojos en mí como si hubiera sido la culpable de contaminar al mundo de coronavirus.

— ¿Quién es Samantha Copper? —una mujer abrió las puertas del comedor, buscándome.

—Oh no, la novia de Dorian. —susurró Emily.

—Maldición —escupí la comida de mi boca.

Emily me mira sin poder respirar. Observé de reojos a la mujer que está parada en la entrada con los brazos cruzados. Ella es pelinegra, de piel blanca, y ojos oscuros como carbón. Viene vestida con ropa muy old money, y se acerca a un estudiante cualquiera, parece que está preguntando por mí y esa persona me está delatando porque me señala.

Ahora la mujer viene hacía acá.

—Hey, ¿Tú eres Samantha, la chica de este video? —me puso su celular en la cara cuando llegó, mostrándome la grabación donde le estoy bailando a Dorian muy sensual. Veo que hasta tiene varios likes—. Para la próxima ten cuidado con tus bailes, o habrá sangre.

—Disculpe —Emily se levanta a defenderme—. No debería de amenazar a una estudiante de nuevo ingreso.

— ¿Es nueva? —la tipa soltó una risa—. Con razón hizo semejante locura, debería de aprender a saber cuál es su lugar.

— ¿Perdón? —la miré—. ¿Y cuál es mi lugar?

—Así como bailas, diría que en los bares de prostitución.

Emily abrió la boca.

—Mira quién lo dice —me levanté de la mesa—. La que viene a discutir por un hombre, que mal, deberías ponerte a estudiar otra vez, parece que te hace falta cerebro, modales, y quien sabe que más.

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