A long time

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Yo era consciente de que estudiar en el extranjero era una gran oportunidad pero el tiempo alejado de SungGyu definitivamente sería una tortura.

Lo supe desde aquel día en que hicimos el amor luego de la noticia. Nos quedamos en la cama al día siguiente abrazados, hablando de cualquier cosa, evitando aquel tema, como si eso lograra que así se hiciera menos real.

Pero el día llegó y despedirse fue más doloroso de lo que pensé.

Ese día en el aeropuerto mi mirada se poso en cada uno de los presentes, mi familia tenía una sonrisa enorme en el rostro y a un lado de ellos mis amigos, todos con sonrisas tristes, pero al instante solo pude ver a una persona, ese quien se había convertido en mi mundo. Con la cabeza gacha, y mi corazón dolió un poco, o mucho, deseaba que alzara su cabeza, quería ver ese bello rostro como en mucho tiempo no lo haría.

— SungGyu, no me he muerto, y esta vez el carro rojo será tuyo — todos rieron ante mi comentario, seguro recordaron como peleamos cuando eramos unos niños y él sólo alzó el rostro dirigiéndome una sonrisa pequeña.

Esa fue nuestra despedida, una sonrisa pequeña y una mirada cristalina que transmitían más de lo que se notaba.

Aborde el avión y sólo pude dormir, el desanimo me causaba sueño, y en parte era bueno, porque soñaba con SungGyu.

Suiza era un país que me gustaba demasiado, alguna vez cuando eramos jóvenes habíamos prometido ir con el otro a la primera visita en su país deseado. Había roto la promesa por ir solo. Hicimos tantas promesas, y a mis 20 años había roto la primera.

Intenté adaptarme al lugar, me sentía un poco abrumado por estar solo, el idioma, el no estar con él.

La primera semana la nostalgia era más de la que me imaginaba, el departamento en el que me instale era bastante grande y por ello la soledad se había sentido más grande, haciendo que me deprimiera al punto de no salir una semana del lugar, no quería hablar con nadie, ni si quiera con SungGyu porque aunque lo extrañaba él notaría mi estado y se preocuparía.

No quería preocuparlo más. Hubo una época en mi  adolescencia en la que la depresión llegó a mi vida sin desearlo, el estrés, mis padres, mi inseguridad. Me habían consumido.

Porque la depresión era así, llegaba silenciosamente, sin notarlo, y comenzaba actuar de a poco. Y fue peor cuando colapse, terminando por decirle cosas hirientes a mi familia, a mis amigos y a mi precioso Gyu.

Ahí supe que había tocado fondo, porque el haber dañado a SungGyu era algo que se clavó muy bien en mi memoria como para ayudarme a salir de aquel pozo que parecía no tener fondo.

Después de una semana decidí que eran suficientes lamentaciones y que estar así no cambiaría nada, le prometí a SungGyu que todo estaría bien. Debía cumplirlo.

Con ese pensamiento tomé mi celular, tenía tantas llamadas y mensajes tanto normales como whatsapp que sólo atiné a soltar una sonrisa nerviosa. Iban a matarme. Había llegado a Suiza el miércoles de la semana anterior y ya era Martes. Estaba jodido. 
Eran las 18:30 pm según mi celular, y según el mismo aparato, en Corea ya eran 1:30 am del día siguiente.
El primer mensaje que abrí fue el del dueño de mis pensamientos, haciéndome reír por cada una de sus palabras.

Miércoles

'¿Llegaste ya? Espero que no te duela mucho el cuello.'
1:30 pm.

'¿Qué ha sido lo primero que has visto en Suiza?'
1:43 pm.

'¿Te dormiste? Descansa bobo. Se que suele dolerte mucho la cabeza cuando viajas'
3:52 pm.

Once Again[WooGyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora