II

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Las farolas encendidas lo saludaron al detenerse frente al portón de acero despintado y oxidado de la entrada. Tomó una llave de su bolsillo, la cerradura se atoró como era costumbre, hizo un ligero clic y se abrió con el chirrido más espeluznante que había escuchado. Aunque, bueno lo escuchaba cada día.

El patio interior se encontraba vacío, el viejo reloj que colgaba de una de las paredes pintadas con crayones le indicó que eran las 7:45 pm. Era la primera vez que llegaba tan tarde y se arrepintió de haber salido en primer lugar. ¿Pero qué más podía hacer? No deseaba quedarse por nada del mundo en casa, respirando ese nauseabundo olor que poseía el alcohol, oyendo maldiciones y groserías contra todo y todos. No quería tener que soportar los rostros asustados y las lágrimas silenciosas de los pequeños; no quería tener que abrazarlos y esconderlos en algún rincón de su propia casa cuando se supone que debería ser el lugar en el que estuviesen a salvo; y no quería, por sobre todas las cosas, presenciar cómo su cobardía era castigada sobre alguien inocente, alguien que no podía defenderse pero que, sin embargo, aún se encontraba ahí, aguantando lo que él no podía. Simplemente no quería.

Las escaleras se encontraban a oscuras cuando las alcanzó. No era como si pudiese encender una luz, el fluorescente estaba averiado desde quién sabe cuándo, y no parecía ser de interés el arreglarlo aun cuando, curiosamente, los últimos pisos eran habitados por personas mayores. Cada paso resonaba sobre las paredes como si se encontrase en una caja acústica. Llegar al quinto piso no era fácil con una escalera tan estrecha como esa, pero tampoco se podía hacer mucho: el edificio llevaba años, décadas incluso, siendo usado por distintas clases de personas: las paredes no resistirían lo suficiente como para ampliar el espacio, podrían incluso ceder finalmente ante el peso y los años, y aquella imagen mental de cuerpos siendo aplastados por concreto era lo último que necesitaba.

El quinto piso poseía la mejor vista, según Taehyung. Era exactamente el centro del edificio, podía observar a los niños jugar en el patio durante el día, y observar el cielo gris sin que resultase muy molesto. Pero a esa hora no había ningún niño jugando, ¿y para qué querría contemplar el horrible cielo? Sin embargo, hubo un tiempo en el que los pequeños se amanecían jugando, un tiempo en el que las estrellas eran visibles y la luna le sonreía sin preocupaciones.

Pero eso estaba en el pasado. Este era el presente: los niños no podían estar afuera después de las 6 y las nubes cubrían cada porción del cielo, incluso cuando no era invierno. No existía forma de volver en el tiempo y así sería por el resto de su vida, aun si esta no pintase nada agradable.

La puerta del 507 siempre estaba abierta. Desde que la cerradura se había roto hace 3 años, nadie se molestaba en cerrarla. Muchas veces era útil si se quería salir rápidamente por alguna emergencia –que de hecho nunca ocurría– o para dejar entrar aire –cosa necesaria debido al repugnante hedor y al polvo–. Pero también era un problema cuando lo único que se oía dentro eran gritos, golpes y llantos, haciéndose notar a lo largo y ancho de todo el edificio. Todos y cada uno de los inquilinos tenían conocimiento de lo que ocurría en su vida privada debido a una cerradura que nadie se molestó en reparar.

Como ahora.

Desde el pasillo había sentido más que oído que algo no andaba bien. ¿Y qué andaba bien en su vida? Nada, pero era como si algo estuviese yendo peor de lo normal. Parado en el quicio de la puerta se detuvo a escuchar. Los gritos eran los mismos, sí, los golpes lanzados contra la pared eran normales, sí, ¿entonces qué estaba mal?

Solo entonces lo descubrió.

Aquellos no eran golpes contra la pared. Eran contra algo menos duro, más suave, y definitivamente humano.

Fue como si sus pies lo obligasen a entrar aun cuando su cerebro le dijese que no lo hiciera. Aquello no podía ser cierto, ¿verdad? Él jamás llegaría tan lejos, ¿verdad?

Asustado, comprendió que nunca había tenido esa certeza.

✍ ✍ ✍ ✍

Bueno, wes, aquí comienza la acción.

No es nada nuevo, diría yo, pero espero que de algo sirva.

Me doy risa, we. Para esta parte estuve escuchando la canción, y pues en muchos momentos me quedé cantando en lugar de escribir. 😂😂😂

Equis, espero dejen de ser tan egoístas con las vistas. 😗

Love y'all!

Stigma - [Taehyung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora