Capitulo 24

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CAPÍTULO VEINTICUATRO

CALLAN

Azulejo

AHORA

Al ver Coralie sobre al viernes era difícil. Cada molécula dentro de mi cuerpo se sintió atraído por ella, quería que fuera allí y la llevo en mis brazos, su abrazo a mí y nunca dejar ir. Durante años me he sentido de esa manera. Se va a durar más de cinco minutos para romper esa necesidad de ella, incluso si no me quiero sentir de esa manera. Y no puedo averiguar si eso es lo que quiero.

Dios. ¿Por qué tenía que guardar secretos a mí de esa manera? Por un lado, lo entiendo.Debe haber sido terrible para que pase por eso. Las víctimas de abuso son a menudo tan afligidos mentalmente por lo que les ha ocurrido que en realidad nunca lo admitan a nadie en absoluto. He leído sobre él antes. Visto con bastante frecuencia en los modelos voy a tirar de vez en cuando. Yo nunca pensé que estaría tan ciego a ella, especialmente en alguien que estaba tan cerca en el tiempo, sin embargo. Me hace sentir como si yo le fallé.Y ella me ha fallado. Lo que una puta lío.

¿Debo ir allá y decir adiós a ella? ¿Debo siquiera decirle que me voy? Ya no sé qué hacer.Estoy tan di la vuelta por los acontecimientos de los últimos días que no puedo confiar en mí mismo para tomar la decisión correcta. Recorro la casa, tratando de pensar, pero una hora más tarde nada es más clara. Mi vuelo de regreso a Nueva York es en poco más de doce horas. Este trabajo con Capali debe ser una buena distracción, pero hay una posibilidad sólida cabeza simplemente no estará en el juego. Si eso sucede, mi trabajo será una mierda.  

Maldición. Tal vez debería empezar a moverse. Cabeza al aeropuerto temprano, ver si hay algún vuelos anteriores. Me paro en la sala de estar, asaltado por visiones de lo que ocurrió aquí con Coralie cuando estaba sobre el pasado, y me encuentro arrancada de nuevo. Empujo los sentimientos abajo sin embargo. Sólo tengo que puto permiso. Tengo que largarme de aquí.

Corriendo las escaleras, me dirijo a mi habitación y agarro mi bolsa. Alcanzo por encima de mi cama, a punto de golpear el interruptor de la luz para poder irme, cuando me falta algo pesado debajo de la cama. Una parte de mi cerebro ya sabe lo que es, pero me encuentro en busca de todos modos, agachándose y arrojando hacia atrás el edredón para revelar la cesta de mimbre madre utilizada para mantener mi Legos en cuando era más joven. Los había tiré a cabo cuando tenía trece años, sin embargo. Empezado a utilizar para mi equipo de fotografía. Mi mano se apoya en la parte superior de la madera tejida, mi corazón dolorido en mi pecho, de repente. Si abro esto y ver lo que hay dentro, sé perfectamente lo que va a pasar.

Uno dos tres CUATRO CINCO SEIS...

Cuente hasta veinte antes de que haga a la idea y tirar el cesto. Espero un minuto completo con las dos manos tapándome la boca, respirando con dificultad, antes de desabrochar el cierre y levante la tapa hacia atrás.

Las cámaras desechables. Al menos treinta de ellos. La mitad de ellos son míos; la mitad de ellos son de Coralie. Dentro de esas cámaras son más digno de recuerdo, amor, dolor, alegría, sufrimiento y dolor dieciocho meses. Estamos de acuerdo en que lo espera para desarrollarlas-que se supone que se va a imprimir después de diez años en el aniversario que empezamos a salir. Se han sentado en aquí dos años más que alguna vez fueron destinados a. Volver a los diecisiete años, yo estaba buscando con interés el desarrollo tanto éstos. Imaginé Coralie y yo encerrarnos en un cuarto oscuro juntos y velar por cada exposición, esperando con ansiedad, mientras que una instantánea de nuestro pasado floreció en existencia. Se supone que es un momento hermoso. Se suponía que iba a ser especial.

Miro hacia abajo a las cámaras de fecha marcada y considero sacarlos al patio trasero, arrojándolos a un cubo de basura y prenderles fuego. Por un momento, creo que se sentiría como una liberación, como dejar ir. Pero entonces me imagino la sensación de pérdida después de que el plástico, cartón y la película había sido devorado por las llamas, y me siento vacío por dentro.

Calico - Callie HartWhere stories live. Discover now