Ya es tarde

57 1 1
                                    

Si lees esta carta algún día, tal vez, yo ya estaré sin vida, no sabes cuánto lo siento; no recuerdo cómo fue que pasó, pero de un momento a otro, se apagó toda la luz de la que aún podía disfrutar. Hubiera querido hacerte caso semanas atrás, cuando me pedías que volviera temprano a casa durante mis primeras salidas con mis amigos, teniendo que quedarte despierto por mi culpa hasta altas horas de la noche, mientras yo retornaba pasada la hora límite que me ponías, cuánto lo siento. Ahora más que nunca, por mi culpa, por hacerte ceder a mis caprichos, te mantengo siempre despierto, quién sabe si ahora duermes, aunque sea un poco; no me cansaré de repetirlo... cuánto lo siento.

Tú me amabas y yo no supe valorarlo, todas esas discusiones que nacían por levantarte la voz creyéndome estar a la altura de contestar con groserías, cuando tú solamente querías cuidarme y protegerme; ahora se hace tarde para decir que yo también te amaba, pues no es lo mismo escribirlo que expresártelo de frente. Te amo y extraño verte, retrocedería en el tiempo si se pudiere, pero ya es tarde.

Cuánto lo siento, por hacerte cambiar tus planes, tu rutina, el poco dinero que te costaba ganártelo y ahorrar, para poder darme mis gustos, cuánto extraño todo eso, pero es algo que nunca más volveré a vivir bajo tu cariño y amor.

Hubiera querido escucharte cuando me aconsejabas no hablar con extraños, que te hablan bonito solo para que te acerques a ellos; pero cuando nadie lo sospecha, es cuando todo sucede.

Debes estar buscándome como un loco. Ya no me busques más, porque te estoy escribiendo en las últimas hojas del único cuaderno que me pudiste comprar para la escuela, con los últimos alientos que me quedan, después que mis raptores decidieran dejarme tirada, abandonada y desangrándome en un barranco, al saber que tú no alcanzarías a pagar por mi rescate.

Te amo padre, no sabes cuánto lo siento por no escucharte.

—Ig.

Historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora