La fría ventisca fustigaba los bucles ensortijados que ornamentaban su inacabable melena. La cual cepillaba con sus dedos hacia atrás constantemente, para así desobstruir su turbia visión.
Sus piernas se extendían en inmensas zancadas, avanzando por un sendero lóbrego y forastero. El caucho de sus hoscas botas militares raspaba contra el accidentado terreno, incesante.
Harry huía.
Huía desesperado del sentimiento que torturaba sin misericordia a su débil corazón. Órgano anteriormente marchito y que, sin permiso, ahora rebosaba vitalidad y resplandecía en su más pleno apogeo.
Odiaba eso. Odiaba la sensación de bienestar que afloraba en sus entrañas.
¿Por qué...? Él no quería. Sus emociones jamás habían demostrado rebeldía alguna ante su perpetua contención. Pero ahora lo hacían. Aleteaban tenaces en su interior, demandando ser expuestas.
La razón de ello era un pequeño de fanales azulados. De curvilínea figura y sutil tacto. La razón de su interminable calvario era Louis... Su Louis.
Los músculos de sus piernas se habían entumecido en demasía desde hace un par de minutos. Sin embargo, no cesaba. Su exhausto organismo le exigía parar, detenerse de una maldita vez; pero él le era totalmente indiferente a las férreas ordenanzas internas.
Su corazón palpitaba desbocado contra su caja torácica, parecía querer escapar de su interior. Pero no lo hacía, por lo que las ansias de Harry de querer arrancarlo de allí no hacían más que ir en un irreversible ascenso.
Sólo así, pensaba, erradicaría el descontrol de su ser cada que vislumbraba a Louis. Puesto que todo emergía ahí. De su jodido y voluble corazón.
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Pictures and letters (Larry Stylinson)
Short StoryImágenes con breves historias sobre Larry