Pequeño

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Louis intentaba aplazar el combate tanto como le fuese posible. No dejaba pasar por alto que Harry hacía lo mismo; lanzaba golpes suaves, sólo puños blandos y perezosos mientras se movilizaba torpemente en el interior del círculo blanco que habían trazado con tiza para ellos. Al ambos enfrentarse, el ojiverde no era el inhumano combatiente que solía ser. Aquello Louis se lo agradecía perpetuamente a sus adentros.

Harry salía de la circunferencia a propósito, ganándose feroces gruñidos en reprimenda de los oficiales que observaban y hacían de espectadores imperturbables. Harry los recibía con el ceño fruncido y los puños aún más apretados, pero en ningún momento descargó en Louis el coraje que afloraba tenaz desde lo más hondo de sus entrañas.

Debían iniciar nuevamente después de ello.

Creyeron poder soportarlo, sólo un poco más. Pero al pasar cuarenta minutos, Louis ya se había dado por vencido.

Sus brazos hormigueaban al igual que sus piernas, su postura desgarbada exteriorizaba el excesivo cansancio que abrumaba su interior.

Temblaba y su piel ardía cada que atestaba un puñetazo en el magullado rostro de Harry.

Él sólo se dejaba hacer. No se protegía como debía. No se desplazaba como debía. No contratacaba como solía hacerlo. Y eso, para desconcierto de Louis, perforaba su órgano cardíaco y lo hacía galopar a velocidades vertiginosas.

Lo veía tan vulnerable. Harry se hacía pequeño frente a sus ojos. Eso dolía en niveles que ni siquiera él era capaz de comprender.

—¡Pelea de una puta vez, Styles!—brama severo uno de los oficiales. —Estás siendo evaluado...

—Ya lo sé, maldición. —siseó Harry entre dientes, sin apartar sus ojos de Louis. Sus antebrazos en alto cubrían parte de su rostro herido, mientras que sus enrojecidos fanales le escrutaban por debajo de sus pestañas con sumo cuidado. Lucía como un animal herido.

Louis retrocedió tras el brutal golpe que le propinó su subconsciente al procesar la imagen del rostro del ojiverde.

Él había le había hecho eso.

—Te lo advertí —De pronto, alguien tomó a Harry de la muñeca y jaló de él fuera de la deforme circunferencia.

Cuando Louis consiguió procesar lo ocurrido, era demasiado tarde. El puño del oficial que arrastró a Harry se alzaba en revuelo, tomando impulso. La expresión de Louis se comprimió en una mueca de completo horror y desasosiego. En un impulso de valentía que emergió de un muy recóndito lugar de su ser, se lanzó en aquella dirección. Su pulso palpitando alocado tras sus oídos.

El puño impactó en el rostro del ojiverde, quien ni siquiera se inmutó ante el crujir de su tabique. Louis sintió su corazón despedazarse en su interior cuando un par de brazos se enroscaron a su alrededor, impidiendo su acercamiento e intervención.

—¡Con que no piensas luchar, jodida mierda!—vociferó el oficial antes de atestar otro brutal golpe.

—¡Harry! —chilló Louis, las lágrimas de desesperación cayendo a borbotones de sus luceros. La sensación de incompetencia oprimía su pecho, quitándole el aliento. —¡Suéltame, maldición! 

Se removía incesante y pataleaba, intentando dañar a quien quiera que le estuviese aprisionado con brazos férreos. Las lágrimas hacían su recorrido ahora silencioso, su expresión torturada y devastada. Harry no se defendía.

—Respecto a lo que tienes con ese imbécil...—murmuró por lo bajo, al mismo tiempo que clavaba una feroz mirada de soslayo en Louis, quien quedó inmóvil al oírlo. —Termínalo, hazlo mierda. De lo contrario, yo me encargaré de hacerlo... a ambos, empezando por él.  

La angustia y desesperación embargó a Louis cuando cayó en cuenta de que el oficial mayor del escuadrón lo sabía. Pero no, no era solo él. Si lo sabía la máxima autoridad, también debían saberlo los oficiales de menor rango. 

Era un hecho, todos sabían sobre la relación amorosa de dos jóvenes soldados del ejército inglés.

Rápidamente volvió sus fanales a Harry, cuya expresión reflejaba resignación. El ojiazul sintió un nudo en la garganta. Harry no era indiferente al hecho de que los oficiales sabían... 

Harry sabía desde mucho antes que habían sido descubiertos.

El oficial se irguió y sacudió sus pantalones militares con sus manos, para después retirarse junto al resto de guardias, dejando un cuerpo inerte, encogido y cubierto de tierra, sobre el accidentado terreno. 

Louis, quien acababa de ser liberado, cayó al suelo de bruces, debilitado ante la desgarradora escena.  El rostro de Harry se apreciaba con múltiples cardinales rojizos que pronto se tornarían violáceos y un hilillo de sangre hacía su recorrido desde sus fosas nasales hasta su barbilla.

—Harry... —murmuró y se arrastró hacía él, raspando la carne de sus palmas y rodillas al friccionar contra la tierra y las piedrecillas del terreno. De alguna manera el dolor físico menguaba sutilmente el dolor interno...—Cariño... ¿Qué te han hecho? —sollozó, cubriéndose los trémulos labios. —¿Qué te he hecho? 

Harry se removió, sus párpados alzándose de a poco con suma lentitud. Sus esmeraldas inyectadas con sangre oscilaron sin rumbo, hasta finalmente posarse en Louis. Curvó la comisura de sus labios sin fuerzas.

El simple gesto terminó por pulverizar los fragmentos restantes del debilitado corazón de Louis.

—Nos descubrieron...—carraspeó, aclarándose la adolorida garganta, para después girarse y escupir sangre. Louis se aproximó aún más a gatas y con su dedo pulgar limpió la comisura ensangrentada de Harry con mucho cuidado. Temía poder romperlo en su totalidad.—Supuse que algo como esto ocurriría. Pero de ninguna manera iba a permitir que el principal afectado fueras tú.—murmuró con dificultad.

Louis gimoteó y sorbió la nariz. Tomó la cabeza de Harry y la colocó sobre su regazo con delicadeza. —No debiste... tú... debiste hablarlo conmigo. Pudimos idear un plan-

—No. No teníamos otra salida, uno de los dos debía asumir la responsabilidad y llevar la peor parte. Tenía que ser yo... Después de todo, yo fui el que se enamoró primero...

Pictures and letters (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora