La danza del comienzo

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Mucho antes de La Noche del Trueno, el tiempo dormía como un pequeño bebé de flores azules y blancas, arrullado por Los Guardianes del Silencio. Aun el momento no existía. El Encontrado mentalizó a este pequeño varón para que sirviera de regocijo a sus buscadores que todavía no vivían. Un volcán surgió en la infinita penumbra, escupiendo un estremecedor rugido que rompió el Silencio, y arrojó un mar de estrellas multicolores en todas las infinitas direcciones; esa era la Voz de El Encontrado que se manifestaba por primera vez, la forjadora de la luz, la Voz que rompió el oscuro silencio de Los Guardianes. Fue así que el pequeño Tiempo despertó en llantos y nunca más durmió. Los Guardianes del Silencio, que en un principio eran nueve, se multiplicaron en las millones y millones de lágrimas derramadas por el pequeño Tiempo, quien lloraba desconsolado al inicio de todo. Cada gota, hijo mío, son las que tú conoces como mundos vivientes, cada uno regido por un Guardián. De este modo, nacieron todos los mundos que conocemos y los que aún nos faltan por conocer, y en particular nació uno azul, al que llamamos nuestro hogar, si, en aquel entonces, este mundo celeste recién brilló en esplendor, custodiado por sendas montañas plateadas, vestido de mar y coronado con un cielo azul nutrido por las sedosas y traviesas aguas dulces y saladas, adornado con las guirnaldas multicolores de bosques y selvas vigorosas. Todo recién emergido del ensangrentado suelo que apenas comenzaba a cicatrizar.

Al andar el Tiempo, este se calmó y los instantes comenzaron a sucederse, y se convirtieron en la danza de las estrellas, el baile de los mundos, girando todos sobre sí mismos, y en torno a otros en perfecto caos armonioso, cada cual rodeando a una estrella madre. En aquel entonces, todos los vivientes de cada mundo compartían un lenguaje común entre ellos, pero solo a una especie se le permitió comulgar directamente con el Guardián de su mundo, de esta especie provino nuestro más antiguo antepasado, el primigenio. Y de él, todos los demás.

El primigenio, a diferencia del resto, logró observarse y sentirse separado de todo lo creado, lo que ocasionó que olvidara la lengua común de todos los seres. Experimentó la soledad, y esa sensación lo llevó a la necesidad, que luego se convertiría en deseo, de tener compañía, y de allí surgieron Los Antiguos. Ellos fueron los que observaron esta danza del universo entero, y tan aguda era su percepción, su comunión con el silencio, que lograron describir la mecánica de cada paso, de cada movimiento de esta danza cósmica. Como resultado de sus hallazgos, definieron un concepto del tiempo tal como lo concebimos ahora, además con el fin de organizar toda la información a la que accedían, decidieron darle nombre a cada cosa que veían, escuchaban, olían, tocaban, sentían o ingerían. De este modo, se hicieron expertos en la clasificación de la diversidad y perdieron de vista la unidad, se formaron los primeros grupos de exploración, pues su sed de búsqueda era insaciable; se volvieron competitivos, externos, y mientras más transcurría el tiempo, se identificaron con las sensaciones, los colores y los sabores, lo que ocasionó que la tranquilidad fuera sustituida por la necesidad, y que a su vez, ésta fuera reemplazada por el deseo, y del deseo surgió el sufrimiento.

-Hijo. Aunque el dolor y el placer coexisten desde el principio, su único fin era incentivar la comunión interna con la verdadera identidad de quienes somos. Y a pesar que el brillo inicial de nuestros antepasados fue mermando, El Encontrado le dio una joya a todo ser viviente: Su aliento. Y este aliento es el que originó este entramado que llamamos vida.

En el sueño.

En aquel entonces, cuando poco era lo clasificado, uno de los descendientes del primigenio, decidió salir a explorar por su propia cuenta, muy a pesar de los consejos dados por los ancianos, y de las distintas maneras que su propia madre había intentado persuadirle para que se quedara, en lo que en ese entonces se llamaba el clan. El clan es como una tribu formada específicamente por sedentarios que investigan la zona. Por otra parte, también estaban los nómadas quienes, como su nombre lo indica, hacen su hogar en cualquier lugar que sus pies les permitan estar. Estos no tienen un clan, y generalmente son aquellos miembros de clanes que han sido expulsados, o han sucumbido a alguna extraña enfermedad que les forzó a alejarse, o que simplemente han decidido andar por su cuenta, y también estaban aquellos que se habían convertido en Heraldos quienes dejaban de pertenecer a algún clan determinado. Cualquiera fuera el caso, nuestro antepasado hombrecillo, no encajaba en ninguno de los escenarios descritos, su sed de búsqueda era una demanda interna más parecida a un intento por despertarse de un letárgico sueño que de querer encontrar algo en específico, o al menos así lo pensaba él.
Cansado de estar, comer, beber, escuchar, hablar, y seguir sintiendo ese vacío, todos los días; una vez se le ocurrió acercarse al viejo loco del clan, y preguntarle:
-¿Anciano, es cierto que aún puedes hablar con los animales?-. El viejo loco lo miró y se levantó, a duras penas, de su silla favorita, una roca gris que estaba justo bajo un gran árbol de Pichicax, escupiendo casi a los pies del joven hombrecillo. Algunos otros que estaban cerca se rieron una vez más del infructuoso intento, que hacia el hombrecillo, de poder hilar una conversación normal con un loco. Pero esa noche, algo iba a cambiar para nuestro hombrecillo. Al caer el crepúsculo, se tenía por costumbre sentarse alrededor de una fogata y compartir ideas y todo lo aprendido en la recolección de información, que después sería archivada y enviada con un Heraldo a Timpaux, Ya en aquellos tiempos el viejo templo existía. Así que era una preciosa oportunidad para cualquier miembro del clan, de conseguir respuestas de cómo funcionaban algunas cosas, pero no siempre las había, en esos casos, toda pregunta sin resolver era un estudio más por realizar, y el Consejo del Clan las reunía para futuras tareas de los sedentarios de ese lugar o de otros lugares.

La Llegada De Los Ojos De JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora