Rendición

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Me besa y desata miles de sensaciones  nunca antes vividas. ¿Cómo pueden ser sus labios hielo y fuego a la vez? , me queman y me dan sanación. Su beso es atrevido, reclama mis labios como si le pertenecieran. Su lengua es intrusiva y me invita a unirme al juego erótico

Puedo notar todo su cuerpo sobre el mío. Mientras sus manos rozan mi cuello mis brazos, luego pasan a mis costillas y bajan hasta llegar a mis muslos. Poco a poco me va desnudando. Podría tener más de una razón para querer que parara sin embargo ni si quiera podía pensar de forma clara en una.

En ningún momento sus ojos dejan de ver los míos, son hipnóticos. Está al pendiente de cada una de mis reacciones. Besa mis senos de forma lenta y paulatina, se detiene a apreciarlos. Cuando su lengua juega con ellos no puedo dejar de jadear, jamás imagine que una lengua podía hacer sentir tal cosa.

—Te dije que te gustaría —me susurra orgulloso.

Yo no puedo contestarle nada, estoy demasiado ocupada lidiando con las nuevas sensaciones provocadas por su boca.

—Me fascina verte así, tan extasiada, quien diría que te mantendría con la boca callada, aunque no  no será por mucho tiempo cariño— dice de forma sarcástica, su sonrisa es la representación del descaro.

Entonces baja besando mi abdomen, muerde los costados de mi estómago de forma juguetona, lo que me causa un escalofrió en toda la columna vertebral que el parece disfrutar. Cuando llega a mi vientre nada me prepara para lo que ocurre a continuación.

Verlo a unos metros de mi entre pierna con esa sonrisa triunfal me desconcierta, el deseo disminuye  y soy consciente de lo que está pasando ¿qué rayos estoy haciendo?, la tristeza inunda mi pecho.

—¿Qué sucede pequeña?, no tengas miedo veras que será muy divertido.

Asiento, ¿qué más podía hacer? , no es como si con decirle fuera dejarme ir.

—Se lo que estás pensando y en el fondo tienes razón, soy un hijo de puta por esto que te hago, pero no pienso ceder, así que por favor disfruta de este momento , prometo que te gustara —su mirada es magnética  y una vez más vuelvo a rendirme a su suplica.

Regresa a donde se encontraba quita mis bragas para luego  olerlas  con descaro —amo el olor a humana— comenta entre jadeos. 

Abre mis piernas con delicadeza y entierra su rostro en ella, su lengua es intrusiva hace círculos alrededor de mi clítoris, se mueve con cadencia por entre mis labios vaginales, la siento en la entrada intentando penetrarme ¡y vaya que parece hacerlo! , yo no dejo de retorcerme de placer, con mi mano acaricio su cabello mientras el continua con aquel baile erótico que se ha formado entre mis piernas ¡quizá rendirse no es tan malo!

Cuando termina de nuevo sube hacia mí y me besa, y sus labios saben a mi deseo y eso me gusta, me excita en verdad.

—Ahora ya sabes que sabor tiene tu sexo —muestra una sonrisa de lado—, eres adictiva.

Le sonrió y siento que me sonrojo.

—Me encantas así, inocente, indefensa, solo mía —esas últimas palabras son pronunciadas con posesión, que hacen que mi piel se erice.

—No de forma voluntaria —le susurro.

—¿Quién dijo que eso me importaba?

Entonces de forma brusca me agarra las nalgas mientras se coloca entre mis piernas —¿lista?—pregunta con impaciencia.

—¿Serviría de algo si te dijera que no?

—No, pero sería interesante escucharlo de tu pequeña boca.

Siento su miembro en mi entrada, no había sido consciente de que a penas lo había notado, ni si quiera lo había visto, pero lo sentía y parecía muy grueso, me asustaba.

—Es mejor mantener el misterio, sentir antes de conocer, veraz que no te decepcionara lo que sentirás —dice respondiendo a mis pensamientos.

Nuestras miradas se unen, dos sentimientos se encuentran el miedo y el deseo al formado una tregua. Su mirada es narcótica y esta vez dejo que me guié, la intrusión es molesta, mi cuerpo intenta acostumbrarse, abrirse a él. Es doloroso e incómodo y las lágrimas se me escapan por la mirada.

—Tranquila, entre más lo fuerces más dolerá, respira profundo y déjame entrar —una de sus manos acariciaba mi rostro con delicadeza.

Le hago caso, respire profundo, pienso en sus palabras y poco a poco siento como va entrando, un líquido caliente escurre entre mis piernas, apenas y era un poco de sangre. Dairon toma un poco con su dedo y la lame de forma erótica

—Sabes de maravilla —comento.

Entonces comienza con el embiste, primero lento y luego despiadado, a pesar de que aún me causaba ardor poco a poco logro acoplarme a su ritmo, pronto fue acompañado con sus besos llenos de pasión. Su boca sabe a metal. Entierra sus colmillos en mi cuello, mientras me susurraba al oído que no tema, quizá está tomando mi alma o algo más de mí. En ese momento no me importa, el deseo es más fuerte, dejo que los jadeos salgan de entre mis labios, pronto me acompañan los suyos. 

El éxtasis está cerca,  aunque jamás lo había experimentado antes, lo se.  Es algo instintivo del que no  es necesario aprender, solo sentir. Lo dejo estar. Cuando por fin toca mi puerta le permito entrar, mientras cada vez tengo más sueño. Cada vez me siento mejor. En el camino veo muchas imágenes, veo a aquella persona que una vez perdí: me dan la mano y me invitan a ser libre. Quizá si se pueda morir de gozo.

Dairon©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora