Palabra de caballero
TIO NICHO LOYA
Comienza contando pausado , Dionicio Loya Plancarte sentado en un cuarto de de cristales ahumados blindaje nivel 8...
“Yo, en la década de los setentas y principios de los ochentas me encontraba trabajando para la empresa conocida como Coca-Cola, en donde me desempeñaba, era integrante del sindicato.
“Pero debido a que me consideraban como un problema, ya que yo era muy grillero, dentro de la empresa vieron la manera de separarme, dándome la oportunidad de repartir por mi cuenta refrescos en las rancherías de Apatzingán. En esa época la verdad me estaba yendo bien económicamente”, declaró El Tío.
Fue entonces cuando Loya recibió la oferta de la empresa refresquera para que les vendiera los dos camiones que tenía el hoy acusado de narcotráfico y relacionado en al menos 14 averiguaciones previas, “así fue como me liquidaron en la empresa Coca-Cola”, refiere en su declaración ministerial, donde se confirma que trató de huir de los efectivos militares escondiéndose en un compartimento secreto de un clóset en su casa de Morelia.
Después de la salida de la refresquera, dijo El Tío, a mediados y finales de los ochenta, hubo un auge de siembra de melón. Explica que asociados con un grupo de japoneses que ponían el dinero y los lugareños la tierra y el trabajo, “recibíamos buena cantidad de las utilidades”, dijo Loya.
Recordó que pasado un tiempo las cosas en la cosecha de melón no fueron tan buenas y que el negocio se fue diluyendo. En ese contexto es que el jefe templario declaró ministerialmente sus dotes para relacionarse con la gente y su enrolamiento a las filas de la delincuencia organizada.
“Recuerdo desde siempre que tenía facilidad para relacionarme con la gente, incluso yo me consideraba como un mayordomo, es decir, representaba a varios de mis paisanos siempre pensando que nos fuera mejor…
“No recuerdo la fecha exacta pero fue a finales de los años noventa, cuando en una ocasión al estar en el pueblito de Holanda llegaron varias personas armadas y me dijeron, ‘o trabajas o te chingas’, y me dijeron que me fuera a trabajar a la sierra para El Más Loco, de quien sabía que se llamaba Nazario Moreno González, que se dedicaba a trabajar en la sierra sembrando mariguana”.
El juez italiano Giovanni Falcone entendió, como pocos, que el crimen organizado no existe sin el amparo de las autoridades dedicadas a combatirlo. La mafia italiana entendió su pensamiento. Le temía. Le admiraba. Le odiaba. Y le asesinó con el estallido de 700 kilos de explosivos al paso de su automóvil.
Su herencia perduró y, años después de su muerte, en 1992, autoridades académicas, judiciales y policíacas elaboraron la “Falcone check list”, un prontuario para que pone clara la definición: no hay crimen organizado sin protección de la autoridad.
Estas son las palabras de otros jueces:
“En Michoacán, por lo menos desde 2002 –último año de la gubernatura del priísta Manuel Tinoco Rubí y primero del perredista Lázaro Cárdenas Batel–, opera la organización delictiva conocida como La Familia Michoacana.
“Está dirigida, entre otros, por Jesús Méndez El Chango Méndez –detenido y entendido por su ex socios como un traidor–, Servando Gómez La Tuta, Dionisio Loya Plancarte El Tío, Nazario Moreno González El Chayo –ni muerto ni vivo, oficialmente–, quienes a través de sus subalternos o inclusive por sí mismos, realizan compra y siembra de marihuana, recolección, transporte y venta de cocaína, marihuana y ice, tráfico de pseudoefedrina, cocaína, marihuana, metanfetaminas y heroína, realizan “levantones” y “ejecuciones”, lavado de dinero, elaboración de la droga llamada “cristal” o “hielo”, adquisición de vehículos robados y tráfico de armas.
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MICHOACAN: Narco-Estado
Short StoryUn breve recorrido por la geografía del estado y sus diferentes pasajes del crimen organizado , el milenio , los zeta , la familia , los templarios y la nueva generación todos de la mano del gobierno y sus mandatarios a la vez grandes camaradas de l...