Capítulo 8: El Búnker

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Blanca

Paseaba lentamente por el camino. Mis pies chocaban ahogando ruidos sordos al golpearlos con las pequeñas piedras. Intentaba situarme en medio de la oscuridad. No había suficiente luz, apenas unas farolas que iluminaban muy poco. Respiré hondo y me sentí bien, como en casa.

Isaac me cogía de la mano y me otorgaba unos minutos de silencio. Pasear de noche por el camino del bosque que se dirigía a la playa era precioso. Te transmitía paz, serenidad y una sensación de desconexión con el mundo. La ciudad del Prat de Llobregat proporcionaba zonas verdes, como parques y caminos donde podías disfrutar de la naturaleza. Pero había algo más que Isaac y a mí nos gustaba. Cada vez que lo hacíamos sentíamos una descarga de adrenalina. Pero esta vez era diferente. Era la primera vez que lo hacíamos de noche.

Sentí como mi novio me apretaba la mano y como le costaba respirar. Notaba la ausencia de su respiración. Tenía claro que evitaba olerme, pero a pesar de eso seguía al lado mío ¿Cómo podía aguantar estar cerca de mí y no sucumbir a su lado Curasangre? Él dijo que una vez no aguantó y me mordió. Claramente no me acuerdo de esa ocasión. Isaac me dijo que cuando pasó, me quedé en estado de schok, dolida porque no me lo contó y muerta de miedo a lo que él me podía llegar hacer. Así que me fui a buscar a Zeth y le pedí que usara su don para modificar el suceso. Por ese motivo no me acuerdo de lo sucedido.

No le tenía miedo y a decir verdad sentía curiosidad. Alguna que otra vez soñé de que Isaac me mordía. Eso hacía que sintiese una extraña atracción. Sabía que cada día que Isaac no probaba la sangre, yo corría más peligro al estar junto a él. Pero ¿qué podía hacer? Me sentía al borde de un precipicio donde intentaba mantener el equilibrio. Donde por una parte deseaba que sus colmillos perforasen mi cuello y por otro lado me aterraba como yo podría reaccionar ante tremendo suceso.

Así que con cada paso que daba cogida de la mano de mi Curasangre, era un paso más cerca de mi posible muerte.

¿Isaac se podrá controlar una vez más? — preguntaba mi subconsciente.

No sabía la respuesta pero llegué a una decisión: ¿Que rayos me importaba? Si no se podía controlar, moriría en brazos de alguien al que amo. Un amor más allá de la sangre, mi alma gemela.

Miré a Isaac con una sonrisa, a la misma vez que el cortaba su respiración. Se estaba controlando. Hacía semanas que no bebía nada y eso le estaba volviendo loco. Le dí una pequeña descarga donde nuestras manos se entrelazaban. El dio un bote pero no me la soltó. Me sonrió ampliamente.

— Gracias por distraerme — dijo con sinceridad — a veces mi mente cae en un bucle. El Curasangre no se rinde fácilmente.

— ¿Sabes? Hoy es nuestro aniversario y no quiero que nadie, ni un vampiro con aires de déficit de atención me arruine la cita. Así que, te freiré vivo si llega a ser necesario.

Isaac rompió a carcajadas. Su risa era música para mis oídos. Ojalá sonriera más a menudo. Siempre tiene una cara de dolor y sufrimiento. Hice una mueca al recordar que el noventa por ciento de su sufrimiento era yo.

— Me encanta que los temas serios los transformes en algo aparentemente inocente. Vampiro con aire de déficit de atención... — Mi compañero sentimental, dejó de caminar y me abrazó — Te amo Blanca y nunca me arrepentiré de la decisión que tomé aquel día.

Me quedé quieta y me separé un poco para observarle los ojos. Con la oscuridad casi no podía ver sus facciones. Pero sus ojos, azules cristalinos, brillaban con fuerza. Me quedé absorta observándolos . Sus ojos naturales eran de color azul oscuro, había cambiado. ¿Eso era porque el Curasangre estaba ganando la partida? Cerré los ojos y me dejé llevar. Mi novio se acercó a mí y me besó despacio. Notaba como aguantaba la respiración y como intentaba que nuestros dientes se rozaran. El beso, para mi desgracia, duró muy poco. Él se separó y me sonrió. Entonces escuché un ruido muy fuerte.

Saga Dones: Naélium (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora