Boda

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La luz de la luna se atrevía a traspasar la desnuda ventana por la falta de cortinas, iluminando el rostro de Charlotte junto con sus ojos grisáceos. No lograba conciliar el sueño, por más que así lo deseara. Su boda estaba a unas cuantas horas de comenzar, no había marcha atrás, nadie podía evitar la ceremonia; ya ella lo había intentado, ya Adrien estaba dispuesto a cancelarla sólo necesitaba de unas cuantas palabras para poder ser libre. Pero Charlotte había caído en la realidad, su padre inventaría lo que estuviera a su alcance para llevar a cabo sus planes, aunque eso significara la infelicidad de ambos jóvenes. La joven deseaba dormir, pero sus pensamientos vagaban y no la dejaban en paz, observaba el vestido por medio de la iluminación que irradiaba la luna a través de su ventana. Lo odiaba. Odiaba ese color plateado que se reflejaba por la culpa de la luz de aquel astro. Un color que sólo le recordaba con quien estaría atada en unas horas. Rogaba. Rogaba para que la luna siguiera ahí; intacta, que no se escondiera. Seguía observándola como sí eso la mantuviera en el cielo estrellado para siempre, como si fuera la única que pudiera salvarla; pues tenía el vago pensamiento que al no salir el sol, la boda nunca se llevaría a cabo. Quiso mantener la mirada un poco más, pero sus parpados se iban cerrando cada vez más.

Por otro lado. Adrien llevaba observando la carta de Charlotte por bastante tiempo.

 Adrien llevaba observando la carta de Charlotte por bastante tiempo

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"Estimado Señor Rowling

La boda sigue en pie.

Charlotte"

Una respuesta tan fría. Le había otorgado la libertad, la libertad que ella tanto anhelaba, o al menos eso daba a entender cuando pasó el pequeño enfrentamiento entre ambos. No entendía por qué aceptaba y menos concebía que ella respondiera de una forma tan distante. Esperaba que Charlotte se negara rotundamente a casarse con él, estaba preparado para la carta de negación, y cuando llegó la carta y la leyó, no podía creerlo. Pensaba que si aceptaba el matrimonio iba a ser una respuesta por lo menos cálida, un agradecimiento por lo menos; esperaba... algo...algo muy diferente. La luminosidad de una vela era lo que alumbraba la carta y su rostro sin expresión. No sabía cuánto tiempo había estado releyendo la carta, ni siquiera se percataba de la aparición de la luna, leía una y otra vez, esa carta le parecía una broma, una burla. Fue entonces cuando escuchó un ruido proveniente de la puerta. Su madre era demasiado inoportuna, sin embargo nunca interrumpía a su hijo cuando él estaba en el despacho; pero este día decidió entrar sin aviso alguno. Adrien movió sus manos rápidamente para esconder la carta en la gaveta de su escritorio, un movimiento tan rápido que su madre ni se dio cuenta.

― Veo que sigues despierto. ― Dijo su madre al entrar. Adrien le dedico una mirada sin expresión alguna. Fue cuando su madre se sintió incomoda y decidió sentarse en la silla que estaba al frente del escritorio de Adrien. ― ¿Nervioso por la boda? ― Pero su pregunta no obtuvo respuesta, tan sólo unos ojos que describían un cierto dolor que la madre de Adrien no sabía interpretar. ― Sé lo que se siente...

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