El crujir de la madera se apoderó de los sueños de Charlotte, tal ruido se podía percibir algo lejano. El sonido procedía de los pasos del señor Adrien, quien a temprana hora ya estaba despierto. El hombre se acercó a la cama, para ser más específicos del lado donde estaba Charlotte; se puso de cuclillas y puso su mano en el hombro de la joven que seguía dormida. Al leve contacto Charlotte frunció el ceño; los pasos ya la estaban despertando, pero el insignificante roce de la mano ya le estaba indicando que abriera los ojos.
- ¿Charlotte? -Susurro Adrien. Al instante la joven abrió los ojos, ambos de quedaron viendo por unos segundos; Adrien aprovechó para examinar los ojos de la joven, se quedó embelesando el color grisáceo con destellos verdes y anaranjados. Nunca había visto ojos como los de ella, había encontrado cierto encanto en ellos. Charlotte por su parte también se quedó viéndolo pero no se tomó el tiempo para admirarlos como el señor Adrien lo estaba haciendo en ese instante.
- ¿Qué hora es? - Preguntó Charlotte interrumpiendo los pensamientos de su esposo.
-Me temo que es muy temprano. -Respondió el señor Rickford, en su mirada se podía notar cierto lamentar por tener que despertar a la muchacha a tempranas horas. - Hoy tengo un almuerzo con diferentes empresarios, tú me acompañarás. - Dijo; con una entonación que en vez de invitar a la joven, solo daba a entender que era una orden.- ¿Es necesario que yo vaya? -Preguntó Charlotte sin ganas de si quiera levantarse. Lo que menos quería era tener que escuchar a unos cuantos hombres hablando de sus industrias; prefería arrancarse las orejas antes de prestar atención a vacías conversaciones.
Adrien exhalo algo cansado. - Lo que menos quiero es molestar con mis asuntos de trabajo, más aun cuando solo eres una esposa de mentiras; sin embargo, estos hombres quieren conocerte. Les hace ilusión conocer a la señora Rickford. Creo que no te es difícil actuar como una esposa, aunque no lo quieras. - Dijo mirándola a los ojos. -Me voy a trabajar, pero espero que estés lista cuando llegue la hora. - Adrien se dirigió a ella, parecía que la iba a besar o algo, sin embargo puso su mano en el hombro de Charlotte y se marchó. La muchacha se quedó un poco desconcertada, escuchar su apellido de casada era tan extraño para ella, sentía que su identidad se había esfumado por completo; ya no sería la señorita Rowling, no, ahora escucharía "la señora Rickford" a donde quiera que ella iría y no sería un recuerdo de su ahora suegra, sino un recuerdo de su arrebato a la libertad.
De pronto entró la sirvienta, era algo rellenita, bajita, ojos azules y pelo rubio con algunas canas.
-Disculpe mi señora. -Dijo la sirvienta con la cabeza abajo.
-No me digas así. - Dijo Charlotte encrespada. -Soy Charlotte, llámame por mi nombre, dile a todos lo mismo, no quiero que me digan "Ama" o "Mi señora". -Dijo tratando de sonar calmada.
La criada estaba confundida pero no le quedó de otra que asentir con la cabeza. -El señor Rickford me mando a traer unos vestidos para el almuerzo de hoy, dice que escoja alguno. -Dijo la mujer apenada.
Charlotte frunció el ceño, ahora tenía que vestir como su esposo lo ordenara. -Bien pasa déjalos donde quieras, iré a bañarme. -Dijo con una sonrisa para no hacer sentir mal a la señora.
La joven se baño y observó los vestidos; no sabía cual escoger. Volteó su mirada y se quedo observando una cuerda, aunque al principio no sabía para que era, luego de un rato entendió. Jaló de la fibra; así podía llamar a una de las sirvientas, no tardó mucho tiempo para que la misma sirvienta volviera.
-Sí am... Charlotte. -dijo la mujer algo temerosa.
- ¿Cual crees que sea mejor para la ocasión? -Preguntó la joven con una sonrisa.
La mujer se quedó confundida, la esposa de Adrien era muy amable, y se sintió importante al saber que pidió la opinión de ella.
-Bueno señora, yo no sé de estas cosas. -Se disculpó la mujer.
-Yo tampoco... Por eso necesito una segunda opinión. -Dijo Charlotte quién agacho la cabeza y luego la levanto para ver a la mujer.
-Bueno, dado a que usted es pelirroja, creo que el verde le luce muy bien, además de que resalta sus ojos... - La mujer hizo una pausa, y vio los ojos de Charlotte, se quedó sorprendida.
-Sí, mis ojos son grises con tonos anaranjados. -Sonrió Charlotte algo tímida adivinando el asombro de la señora.
-Son hermosos. -Dijo la mujer.
- ¡Gracias! -Sonrió Charlotte al recibir el cumplido. - ¿Entonces el verde?
La mujer asintió, y Charlotte sonreía, al final la joven se puso el vestido celeste y la mujer la miró algo dudosa, sentía que su consejo había sido ignorado y que se había burlado de ella.
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Forzada
RomanceQuerido lector: La historia es bastante simple; una joven se ve obligada a ayudar a su familia de la bancarrota casándose con uno de los hombres mejor posicionados de Milton, Inglaterra. No se conocen, no tienen nada en común; y a eso debemos agreg...