Luego de tal boda, por supuesto no podía faltar la celebración. Una fiesta seguía, donde los invitados comerían y beberían hasta decir basta. Charlotte haría lo mismo, ya iba por su segunda copa de vino, algo que Adrien desaprobaba con su notable ceño fruncido; era el único que parecía que estaba en un velorio. Ambos sentados en la mesa principal observando cómo los invitados bailaban y reían.
―Finge por lo menos estar feliz. ―Dijo Adrien serio.
― ¿Tú estás feliz? ―Preguntó la joven.
―Se que no es lo mejor, pero la gente sospecha, y es mejor que pongas de tu parte si es que quieres ayudar a tú padre. ― Dijo indiferente.
La hermana de Charlotte sobresalía entre las damas que más sacaban a bailar. Charlotte tragó saliva, observó su plato, no había dado mordisco alguno; entonces Adrien se acercó al oído de la chica.
― ¿Podrías comer? ― Susurró de mala gana. Charlotte rodó los ojos, tomó un tenedor, pinchó el pescado y agarró una gran pieza el cual se lo introdujo en la boca. Aún con la boca llena se atrevió a abrir sus labios.
― ¿Feliz? ― Preguntó mientras enseñaba el pescado en su boca. Adrien cerró el puño conteniendo la ira que tenía, de no haber nadie, ya le hubiera plantado semejante bofetada; pero no podía darse esos lujos. Charlotte terminó de masticar para luego tomar un sorbo de vino. Posó sus ojos en los invitados de nuevo, quería esa misma felicidad que ellos tenían en ese preciso instante. Y no se sabe si por el vino de más que tomó o por ver a los demás felices; se atrevió a ver a Adrien. ―Me aburro. ¿Te molestaría sacarme a bailar? ― Preguntó con una sonrisa que no enseñaba sus dientes. Adrien quitó su mirada de la pista de baile de golpe, volvió a ver a su esposa como si le hubiera dicho alguna ridiculez.
― ¿Sabes bailar por lo menos? ― Preguntó con el tono soberbió que solía tener. La joven frunció el ceño, ofendida.
― Olvídalo, preferiría bailar con cualquier otra persona; antes que con mi querido esposo. ― Dijo lo último de manera sarcástica. Adrien tensó la mandíbula, Charlotte se estaba salvando de las bofetadas que su esposo tenía ganas de darle.
― Disculpe. ― Dijo Adrien para ponerse de pie, quería salir de esa fiesta y despejar su mente.
― Disculpado. ― Contestó Charlotte con una pequeña sonrisa en sus labios, estaba dispuesta a fastidiar la vida de Adrien, costara lo que costara. Adrien movió levemente la cabeza para ver por encima de su hombro a su esposa, volvió su vista a la puerta, tensó la mandíbula y se marchó.
Charlotte estaba sentada completamente sola, observando a los invitados de nuevo; bajó su mirada. Pasaron unos minutos para que alguien se acercara a la mesa, el individuo dio un leve golpe a la mesa. ― Disculpe. Señora Rickford ¿Le molestaría si la sacó a bailar? Es sólo que la veo muy sola y aburrida.
La joven subió la mirada de golpe, conocía esa voz. No dudo ni un segundo pues en un momento ya se encontraba aceptando la invitación de aquel hombre. Charlotte sujetó el brazo del joven y se dirigieron al salón de baile. Todos se quedaron expectantes ante tal escena. Los músicos comenzaron a tocar y las parejas que estaban en ese momento empezaron a bailar al compás de la música. A pesar de la existencia de varias parejas, Charlotte sentía que en el salón solo estaban ella y él. No podía explicar el sentimiento que apreciaba en ese momento; solo deseaba que los minutos fueran eternos.
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Forzada
RomanceQuerido lector: La historia es bastante simple; una joven se ve obligada a ayudar a su familia de la bancarrota casándose con uno de los hombres mejor posicionados de Milton, Inglaterra. No se conocen, no tienen nada en común; y a eso debemos agreg...