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Regreso
Cerré la puerta causando un gran estruendo, haciendo que las paredes de la estancia retumbaran. Me dirigí al final de la habitación, donde se encontraba una pequeña terraza desde donde se podía ver el frondoso bosque de Shimbad.Debo reconocer que era un paisaje precioso, idílico, y una parte de mí no quería huir como una cobarde, como la persona insegura y temblorosa por la que muchos me tomaban. No quería huir de ahí, porque sabía que sí era mi guerra, a pesar de lo que les había dicho antes a los demás paranormales. Me sentía responsable de lo que mi familia estaba haciendo en Ánima, destruyendo la vida de personas inocentes.
Y, por último, no quería dejar a Jace. Él me había hecho sentir por una vez en mi vida, y eso no podría olvidarlo jamás. Puede que para él sólo haya sido un error, pero estaba dispuesta a repetirlo. También echaría de menos a Clare, a pesar de haberla conocido como media hora antes, y sin duda extrañaría sus increíbles ojos verdes.
Ellos dos me habían defendido cuando yo no podía, y eso era algo que nadie había hecho por mí antes. A pesar de todo, no quería quedarme en Shimbad donde una rubia egocéntrica y un vampiro semi-profesional me llamaban asesina y deseaban mi muerte.
Odié a Beth al segundo de conocerla debido a su irritante personalidad, pero no sabía muy bien qué pensar de Alex. Ese chico tenía algo extraño en su interior. No era como Beth que sacaba todo su odio a relucir, él parecía guardarlo para sí, y acumularlo hasta no poder soportarlo más y estallar como una bomba de relojería, suponiendo que en Ánima existiesen las bombas.
Soltando un pequeño suspiro, cerré la bonita puerta que daba a la terraza y me dirigí a una pequeña butaca olvidada en una esquina de la habitación. Era suave y mullida al tacto, lo que la hacía perfecta para concentrarme en la marca que tenía que realizar. Cerré los ojos recordando el día en el que conocí a Jace, el día que ambos partimos hacia Ánima después de ese beso que tanto me había hecho pensar. Logré ver la marca floreciendo en la palma del chico de un color azul eléctrico.
Visualicé la marca en mi mente, dispuesta a salir de ese palacio lo más rápido que mi recién descubierta magia me permitiese. Después de todo, mi madre debía de estar preocupadisima por mí, ya que hacía tres días que había desaparecido misteriosamente y sin dejar rastro. Estaba lista para reunirme con ella. Noté cómo el poder de la marca recorría mi cuerpo, estaba a punto de desaparecer de allí cuando oí una voz.
—Amber, ¡espera!
Me di la vuelta y encontré a Gray mirándome con sus enormes ojos verdes que me recordaban a la primavera en Portland: cálidos y hermosos.
—Gray, ¿qué haces aquí? No deberías haber venido —le recriminé a pesar de alegrarme de que alguien se preocupase por mí.
—No puedes irte —replicó él—. Te necesitamos aquí. Te necesito —susurró mientras se sentaba a mi lado.
—Escúchame, Gray. No puedo... —comencé a decir.
—No puedes irte —replicó—. No puedo perderte.
—¿Por qué? ¿Qué tengo yo de especial? Sólo soy la hija de un asesino que posiblemente haya matado a tus padres.
Gray se estremeció levemente al oír nombrar a sus padres, como si intentase olvidarse de su existencia.
—Marc no mató a mis padres —respondió él secamente.
—¿No? —pregunté extrañada– ¿Entonces por qué huiste de Ánima?
—Tu padre y tu tío no son los únicos con ansias de poder en el mundo. ¿Crees que ellos dos solos han podido someter a todo el planeta? Son muy poderosos, pero no hasta ese punto. En Ánima hay personas que apoyan esta guerra, personas poderosas con ansias de poder, igual que Marc y Johnatan, que les ayudaron a ganar la Guerra de las Marcas; personas como mis padres —respondió Gray bajando la mirada. Se avergonzaba de su propia sangre, igual que yo—. Mis padres también son unos asesinos.
En aquel instante no supe que decir, pero sentía que quedarme callada no era una opción. Me aproximé a él y le besé suavemente. Por un momento se quedó helado, pero respondió a mi beso ferozmente, acariciándome y acercándose cada vez más a mí, hasta el punto de sentir los latidos de su corazón como los míos propios.
Era hora de olvidar a Jace y centrarme en alguien que sí me amase, y ese alguien era un chico moreno de ojos verdes que me haría olvidar ese error.
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Paranormal: El secreto de Beyond
Science FictionYo era tan solo una chica normal, que vivía en una bonita ciudad normal en un país completamente normal. O al menos, eso pensaba. Sin embargo, cuando empiezas a dudar sobre todo lo que tienes ante tus ojos, dejas de creer aquellas mentiras bonitas q...