Lágrimas de desesperación recorren las mejillas de la pequeña Roxie. Con las pupilas dilatadas, sus ojos se han acostumbrado a la permanente oscuridad de su cuarto. Está desconsolada, pues tiene bien sabido lo que ocurrirá a continuación. Sus manos envuelven unas rodillas temblorosas, que se balancean bajo el chorro de agua adelante y atrás rítmicamente. Teme escuchar la puerta abrirse, pero más teme los pasos que le siguen, pues si hay algo que el tiempo le ha enseñado es a anticipar su castigo mediante el ritmo y la intensidad de las pisadas, sobre todo las lentas y pesadas. Pobre Roxie, si supiera que no se lo ha imaginado. La puerta sí se ha abierto, sí hay alguien bajando, y sí, las pisadas se acercan lentamente a ella.
10/01/06
A la mitad de la carretera principal es hallada una pequeña bolsa de basura que contiene restos humanos.
12/07/12
Tyler se encontraba frente al computador en busca de los mejores creepypastas, como acostumbraba a hacer religiosamente desde que había sido agregado a una página en Facebook que prometía no dejar dormir a quien los leyera. Las noches de aburrimiento se habían acabado desde aquella vez. Últimamente andaba siguiendo los escalofriantes relatos de un usuario conocido como FeaRLorD69, creador de las piezas maestras más votados por toda la web. Con la esperanza de arreglar un encuentro (ya que el usuario era de su misma región), Tyler dejó su correo en la caja de comentarios de una de sus historias, aunque no estaba muy convencido de que fuera a leerlo. Pero al abrir su correo la mañana siguiente, sus ojos se abrieron como platos: en lo más alto de la lista aparecía FeaRLorD69 como remitente de un mensaje que llevaba por asunto «Quiero saber más de ti», y dentro una dirección del punto de encuentro. En veinte minutos, Tyler ya había desayunado, se había cambiado y bajaba las escaleras de dos en dos.
Se le hizo difícil ubicarse en el barrio, algunas calles carecían de identificación o altura, por lo que le pidió ayuda con la dirección a una anciana que yacía tranquila sobre su mecedora en la puerta de su casa.
—Ibas muy bien, pero la jovencita que buscas vive en la casa de enfrente. Pareces un buen muchacho, que no te rompa el corazón —comentó la mujer.
—Es... Está bien. Se lo agradezco mucho —respondió. «Eso ha sido extraño, seguro que se ha confundido con las casas vecinas», pensó luego el chico.
Tocó el timbre... silencio. Probó un par de veces más. Con el ánimo por el piso, comenzó a creer que aquel tipo sólo le había jugado una broma, después de todo, no era más que otro admirador que quería conocer sus secretos de redacción. Ya cruzaba el jardín trasero en dirección a la calle paralela, cuando una chica gritó en su dirección:
—¡Hey! ¿Buscabas a alguien?
—En realidad sí. ¿Aquí vive FeaRLorD... 69? Disculpa, sólo sé su usuario.
—¡Jajaja!, ese nombre... Estás en lo correcto. Disculpa, me llamo Catherine, soy su hija. Debe estar arriba en su oficina, por eso no te debe haber oído. Pasa por favor.
Le abrió la puerta trasera y lo condujo por un pasillo estrecho de decadente iluminación. En su camino pasaron una puerta de la cual emanaba un aroma a podredumbre insoportable, aunque Tyler no se atrevió a preguntar a qué se debía semejante olor; sintió de pronto que no debería estar en esa casa. Sólo esperaba que su viaje valiera la pena. Llegaron a la última puerta del corredor y la muchacha la abrió con cuidado. La oficina estaba a oscuras, excepto por una lámpara que proporcionaba un tenue resplandor sobre un escritorio y una silla giratoria de espaldas; de esta última sobresalía una cabellera rubia, casi blanca, de apariencia pajosa y reseca. El presentimiento de Tyler se incrementaba a medida que se acercaba a la silla, posaba su mano y tiraba de ella. En ese momento algo duro impactó contra su cabeza, dejándolo tirado en el piso, inconsciente, e implantando como última imagen un esqueleto con las extremidades cercenadas.