In Charge | Nayeon x Momo (Office!AU)

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Cuando Momo llegó a Corea, no se imaginó que acabaría trabajando para una compañía internacional como oficinista, rodeada de un montón de papeleo con el que a veces tenía problemas para entender por su resentido uso del lenguaje. Todo era normal hasta que, de la noche a la mañana, la CEO de esa sucursal tenía una cierta adicción a observarla todos los días.

La rubia estaba de los nervios; ¿significaba eso que estaba haciendo algo mal?

El tiempo pasaba, y se dio cuenta de que no era así. Momo era despistada cuando quería serlo, pero no lo suficiente para no ser cosnciente de las intenciones que esa mujer tenía con ella. Im Nayeon era su nombre; el nombre del que tanto miedo tenía de escuchar en los labios ajenos.

Llegó un momento en el que su acoso comenzó a ser descarado.

Cuando fue llamada a su oficina, saupo que tenía que ponerle fin. No podía que esta mujer, por mucho que fuera su jefa, pensara que tenía el derecho de acosarla de aquella manera. Momo se sentía realmente incómoda en su propio lugar de trabajo.

Llegó, tocó a la puerta, y se sentó frente al escritorio del CEO, sin decir palabra. Los tacones de Nayeon resonaron y la inmensa sala, acercándose a su presa. Momo cerró los ojos, sintiendo las manos ajenas en sus hombros. Les dieron un suave apretón, y la rubia apretó sus puños, tratando de mantenerse calmada.

"¿Sabes por qué estás aquí?" Nayeon era demasiado atrevid. Sus manos se deslizaron por debajo del cuello de la camisa de su empleada, revelando en ese suave contacto sus pronunciadas clavículas.

"Ha llegado demasiado lejos, PD-nim."

"No sé de qué estás hablando."

Eso fue todo lo que Momo necesitó para ser incapaz de aguantarlo más. Si Nayeon quería continuar con ese peligroso juego en la que había metido a la rubia sin su permiso, al menos las cosas se harían a su manera.

Apartó las manos de su jefa de donde estaban, agarrando una de sus muñecas con brusquedad y poniendo su brazo tras su espalda, mientras la obligaba a caminar directa a su escritorio. La contraria estaba totalmente confundida. Y mucho más cuando su mejilla golpeó con fuerza contra la madera, sintiendo como la otra presionaba su rostro contra la mesa.

Después de que Momo soltara su brazo, Nayeon trató de ponerse en pie, pero fue acorralada por un cuerpo desconocido una vez más. Sintió helados dedos deslizarse por sus muslos, debajo de su falda, y ella simplemente cerró los ojos con fuerza.

Gimió ruidosamente cuando alguien tiró de sus bragas, tan abruptamente que destrózo la tela y finalmente se deshizo de ellas.

"¿Qué demonios estás haciendo?" Momo no le prestó ni la más mínima atención, colando sus ansiosas manos por su camisa, arrancando los botones de cuajo. "Estás despedida. ¡Lárgate de mi oficina!" No importaba cuantas veces Nayeon quisiera enfatizar su posición, que estaba claro quién estaba al mando esa vez.

Le dio la vuelta sin cuidado, observando el desastre en el que se acababa de convertir por su culpa. Tomó sus piernas y la sentó en el escritorio, colocando su propio cuerpo entre ellas. Cualquiera podía ver lo aterrorizada que la más mayor estaba a causa de la maliciosa sonrisa que se dibujó en los labios de la rubia.

"Te he dicho que par- umphm-!" Dos deos forzaron su camino en su boca.

"Que te calles de una puta vez." Profundizó la entrada, si es que eso fuera posible. Nayeon era incapaz de mirarle a la cara. "Chúpalos." Se negó. Momo tomó su mentón con su mano libre, hizo que la mirara y comenzó a golpear sus mejillas, cada vez más y más fuerte, hasta que las enrojeció lo suficiente. Su jefa iba a arrepentirse agredir sexualmente a la empleada equivocada. "Más te vale chuparlos."

Asintió antes de hacerlo, temiendo que esas suaves caricias, se convirtieran en agresivas bofetadas.

Momo se relamió los labios; Nayeon tenía su propio encanto cuando era una buena chica.

La recompensó con un beso. Uno salvaje, uno en el que la mayor no podía hacer nada más que seguir el ritmo, aun estúpidos gemidos se escaparan de sus abusados labios. Y sintió como Momo los mordía, como los lamía; hizo lo que le vino en gana con ellos. Y así sería hasta que Nayeon se atreviera a volver a ponerle las manos encima.

La rubia cogió sus muñecas con furia, poniéndolas tras su cabeza. "Ni se te ocurra moverlas." Y si alguna vez se aventuraba a abrir su boca para quejarse, la misma Momo silenciaría sus quejas desde la raíz de donde venían. Atrapó su cuello con su mano izquierda, cerrando ferozmente su agarre lo suficiente para dejarla sin palabras. "¿Cuántas veces tengo que decirte que te calles, uh?"

Se quedaron mirándose la una a la otra, hasta que Nayeon se rindió. Necesitaba el oxígeno del que Momo la estaba privando.

Entonces, sintió dos dedos penetrándola con fuerza, sin reparo alguno. Bien sabía que a su empleada no le importaba una mierda nada de lo que pudiera decir; porque, muy en el fondo, Nayeon quería ser castigada por su mal comportamiento.

Porque era justo que Momo la tocara, cuando ella había hecho lo mismo incontables veces.

Un tercer dedo desgarró sus paredes, y fue incapaz de siquiera soltar un quejido de placentero dolor.

Nayeon no lo entendía; no entendía como podía desear tanto que una persona abusara de ella a pesar del poder que tenía en sus propias manos. Lo quería. Quería y deseaba que alguien le hiciera bajar de ese trono que ella misma se había construido.

"Córrete. Más te vale correrte antes de que joda hasta tu puta existencia."

...Y quizás el orgasmo de Nayeon esperaría un poquito más tan sólo para que Momo pudiera hacer honor a sus palabras.

A Million In One ✿ Twice Drabble SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora