Estaba agotadísima de andar por el centro comercial y Chantal seguía sin encontrar lo que andaba buscando.
-No te desesperes -dijo mirándome- te prometo que ésta es la última -continuó diciendo mientras entraba en la tienda-.
La verdad es que había perdido la cuenta de todas las veces que me lo había dicho, pero aún así asentí.
La tienda era grande y luminosa, había una mezcla de todo; accesorios, ropa, bisutería... podías perderte buscando cualquier cosa en esa tienda, o al menos esa era la sensación que yo tenía.-Ahí esta- dijo tirando de mí para ir corriendo-.
-Relájate, no va a salir volando -dije sin saber exactamente a lo que se refería-.
-Nunca se sabe. Imagínate que le da un venazo y quiere ser un pájaro. -contestó ella-.
La cogió entre en sus manos, era una caja de música con una bailarina de pelo rubio y moño.
-¿Te has recorrido todo el centro comercial para encontrar una caja de música? -pregunté-.
-Sí, pero no es para mí -me respondió- es para ti. -concluyó-.
Me confundió que lo que buscaba con tanta ansia fuese para mí pero, por otra parte me hizo sentir especial.
-Creo que estas confundiendo la fecha de mi cumpleaños.
Chantal empezó a reírse.
-¡Cómo voy a confundir la fecha de tu cumpleaños! Eres mi mejor amiga, llevo viviendo tu cumpleaños 8 años.
-Sigo sin entenderlo. -arqueé-.
-Simplemente quiero que la tengas, la vi y pensé en ti, no sé porqué, y sabes que yo estas cosas no puedo dejarlas pasar.
-No sé cómo lo haces para que aún llevando esos 8 años que dices que nos conocemos me sigas sorprendiendo.
-Soy una caja de sorpresas, lo sabes -dijo mientras me guiñaba un ojo-.
-Sí, ya lo sé, pero si sabías dónde estaba, ¿a qué ha venido toda esta vuelta por el centro comercial? -pregunté-.
-Quería pasar tiempo contigo, en verano nos hemos visto muy poco, y si entrábamos sólo a esta tienda nos habríamos ido enseguida porque te conozco.
-Vaya, parece que te preocupas por nuestra amistad y todo. -contesté sin evitar reírme-.
-Cállate -dijo mientras se reía y después ponía los ojos en blanco- vamos a pagar.
-Vamos pues -afirmé-.
Chantal le pidió a la dependienta que envolviera la caja de música para regalo.
-De acuerdo -dijo la dependienta dedicándonos una leve sonrisa-.
Por fin salimos de la tienda.
-Gracias -le dije a Chantal-.
- Eh, no empieces con tus cursilerías -me advirtió-.
-No de verdad, gracias.
Se lo agradecía de verdad. Sabía que era sólo una caja de música pero esos pequeños detalles eran los que más me gustaban, el hecho de que la viera, pensase en mí y decidiera regalármela me llenaba al saber que había gente como ella en mi vida.
-De pensar que te ibas a poner así no te regalo nada.
-Está bien, ya me callo.
Después decidimos ir a desayunar a una cafetería del centro comercial, "Cafetería West". Me pareció un sitio muy acogedor, era una de esas cafeterías con ambiente tranquilo, casi de película. Daban ganas de pasarse allí todo el día.
Nunca había tenido la oportunidad de pararme en la restauración del centro comercial, siempre que venía era para alguna cosa urgente que tenía que comprar o algo así.
Me lo apuntaría para volver cuando necesitase estar tranquila o compartir
con alguien un momento agradable.-¿Nos vamos? -preguntó Chantal-.
-Cuando quieras.
Dejé a Chantal en su casa y me dirigí a la mía. Quería llegar y tirarme en la cama sin más, casi no sentía los pies y me moría de sueño.
-Buenos días señorita -me sobresaltó mi padre-.
-Oh, buenos días Sr.Hock -contesté con frialdad para meterme en el papel-.
-Me he enterado de que ha salido usted esta mañana-.
-Por supuesto, he ido a hacer una labor muy importante -aclaré-.
-¿Importante?
-Sí, importantísima -afirmé con rintintín-.
-En ese caso, no me entrometo más pues.
Nos miramos a los ojos y automáticamente empezamos a reírnos.
-He ido al centro comercial con Chantal -admití-.
-Eso está bien -dijo mientras jugueteaba con las puntas de mi pelo-. Habrás desayunado, ¿no?
-No te preocupes por eso papá, desayunamos juntas en una cafetería del centro comercial.
-De acuerdo -me dijo acariciándome la mejilla- Bueno, tengo que salir ya.
-¿Y mamá y Danna? -pregunté rápidamente-.
-Han salido a hacer cosas de chicas, o algo así -respondió mientras se ponía la chaqueta y caminaba hacia a la puerta.
-Vale, adiós -dije-.
-Hasta luego, señorita.
Tenía la casa sola para mí.
Perfecto -pensé-
Subí a mi habitación, me puse los cascos, me tumbé en la cama y cerré los ojos.
Me dormí sin darme cuenta.
