-JANE, JANE DESPIERTA.
Abrí los ojos y Danna estaba encima de mí.
-Danna, ¿qué pasa?
-¿Me llevas a dar un paseo?
-¿Ahora?
-Siiii, por favor.
-Danna -miré la hora; 19:07am- ya es un poco tarde para salir, ¿no crees?
-Pero mamá ha dicho que podemos -aseguró-.
-No me vas a dejar hasta que me levante, ¿verdad?
-No -dijo mientras se reía-.
Suspiré
-Está bien, vamos -dije mientras me dirigía hacia el baño-.
Me lavé los dientes y me acomodé un poco el pelo.
-De mayor quiero tener el pelo como tú -dijo Danna mientras entrelazaba sus dedos entre mi pelo-
-Ah,¿si? -pregunté extrañada-
-Sí, no es ni muy largo ni muy corto.
Danna tenía el pelo corto por encima de los hombros, de un rubio cobrizo precioso que hacía resaltar sus ojos verdes.
-¿Y porque no lo quieres tener largo? -pregunté-.
-Tú no has visto el pelo de David.
-¿Y cómo es el pelo de David?
-Pues es muy largo y siempre que se sienta a mi lado se le enreda entre mis cosas o tiro de él sin querer.
Me reí imaginándome al compañero de clase y a Danna peleándose porque su pelo no para se enredarse entre sus cosas.
A pesar de ser pequeña Danna era muy perfeccionista. Solía tener todo muy ordenado y si lo tocabas podías ir preparándote para una buena bronca.-Jane, ¿estás lista? -preguntó Danna espantándome de mis pensamientos-.
-Sí, vamos corre -dije mientras la cogía de la mano.
-¿Vais bien abrigadas? -preguntó mamá desde el salón-.
SII -gritamos las dos a la vez-.
-Está bien. Pasadlo bien las dos y, Jane, no volváis mas tarde de las 21pm.
-A sus órdenes -respondí- Hasta luego-.
Danna corrió al salón para darle un beso a mamá.
-Hasta luego pequeña- le dijo mamá mientras le daba un abrazo-.
Al salir se notaba que el invierno estaba cerca. La calle estaba húmeda y mojada y las temperaturas estaban bajando.
-¿A dónde quieres ir? -le pregunté a Danna-.
Puso una expresión pensativa mientras me miraba a mí y luego a su alrededor.
-¿Podemos ir a la chocolatería? -dijo por fin-.
-¿Estás segura?
-Segura -dijo mientras asentía firmemente con la cabeza- ¿qué te hace pensar que no estoy segura?
-No lo sé, contigo nunca se sabe.
No sabía exactamente cómo reaccionar, así que permanecí callada.
Ben me hablaba de una forma tan espontánea que por momentos parecía que nos conociésemos de toda la vida. Era incómodo pero a la vez tan fluido que de alguna manera me reconfortaba.