Otra vez aquí, siendo el único que contempla el paraíso,
Tal vez las nubes envidiosas opacan las estrellas,
Pero siguen las rutilantes luces que me observan con detenimiento y me penetran como la punta de un alfiler que cose la hierba oscurecida por la penumbra del sol tímido,
Otra vez aquí observando las pequeñas piedrecillas que complementan el lienzo,
Pero los murmullos de los niños jugando bajo los jueces nocturnos, son los que dan vida a la brisa suave que me envuelve, y aquí siendo digno de colocar mis pinceles noblemente para fijar este etéreo paisaje, que a todos se les presentó, pero yo soy el que los amó.