Comienzo

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-¿Qué haremos ahora?-preguntó Sabrina.
-Ya terminamos...-dijo Serena sin hacer caso a la pregunta de su compañera.
Sabrina se quedó en silencio sabiendo que ella no le contestaría la pregunta.
-Puedes irte-dijo Serena esta vez dirigiéndose a ella.
Aunque no quería que su amiga que había estado con ella se fuera para siempre. Todos esos años la ayudó a su venganza pero ahora ya no tenía nada en que ayudarle. Además, si la policía estaba intentando encontrar al asesino después de los asesinatos no quería que ella fuera involucrada, obviamente si se enteraban que fueron ellas.
-Pero... ¿A dónde iré?-preguntó Sabrina mirando la máscara que utilizaba Serena, hace mucho que no veía el rostro de su querida amiga. Nunca se la sacó desde aquel día.
Serena estaba distraída en el horizonte de aquella montaña donde pararon a descansar. Los crujidos de la fogata y las pocas aves que pasaban por ahí hacia que el ambiente fuera tranquilo. ¿Qué podría hacer ahora? Nunca las encontrarían, no dejó ningún rastro en los asesinatos.
-¿Me dejarás sola?-preguntó Sabrina preocupada
-No me des ideas...-contestó Serena. La verdad era que ella estaba planeando abandonar a su amiga esa misma noche.
Pasaron un par de horas y Sabrina quedó profundamente dormida, puso en marcha su plan: Agarró su cuchillo de cocina, lo lavó como pudo sacándole las manchas de sangre de sus víctimas, guardó toda la comida que su mochila le permitió y se fue.
Bajó la montaña despacio para que Sabrina no se despertara. Caminó hasta una carretera y allí siguió su camino.
Pasaron unos minutos y Serena logró divisar las luces de un automóvil y se quedó petrificada.
La persona en el auto, al ver a alguien en medio de la carretera, intentó frenar pero no lo logró a tiempo y la chocó.
La chica bajó del auto asustada deseando que está chica estuviera bien. La revisó un poco y se dio cuenta que seguía con vida.
Alzó a la chica en sus brazos mirándole la máscara. No se animaba a quitársela. La subió al auto y la llevó hasta su casa.
Mientras la chica le curaba las heridas Serena, esta despertó desconcertada en medio de una habitación. Acto seguido fijó su vista a la chica quien estaba dispuesta a colocarle una venda a su pierna izquierda, Serena se sobresaltó.
La chica se apartó rápidamente y Serena se sentó como pudo con mucho dolor en su pierna.
-¿Quien eres?-preguntó Serena con seguridad mientras tocaba sus bolsillos de su pantalón que aún llevaba puesto y se dio cuenta que no estaba su cuchillo.
-Me llamo Uma-contestó la chica aún con la mirada en la máscara de Serena.

-Me llamo Uma-contestó la chica aún con la mirada en la máscara de Serena

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Dos mujeres, un DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora