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Josh estaba parado frente a su antigua casa, la miro de arriba a bajo, por alguna razón el lugar le parecía desconocido, algo nuevo, cosa que le alegro.

Entro a la casa junto con su padre y hermana, apenas piso dentro y montones de recuerdos volvieron a su cabeza.

—Esta todo igual—dijo Josh mientras miraba hacia todos lados.

—Bueno casi—dijo su padre parándose a su lado—Ordene todo, limpie bien antes de que tu volvieras, quería que la casa luciera como nueva cuando llegarás.

—¡Hermano!—dijo la pequeña Elena tomando la mano de Josh—¡Vamos, yo te voy a enseñar tu cuarto!

Josh sonrió dejándose llevar por la pequeña pelirroja hacia las habitaciones de arriba, con su maleta en la otra mano.

—Mira, yo arregle todo para ti—dijo una vez que pasaron por la puerta de su habitación—¿Te gusta?

Josh dejo caer su maleta al piso, las cosas viejas de cuando era un adolescente seguían ahí, sus pósters de sus bandas favoritas, su ropa, sus libros, sus discos, la vieja guitarra que nunca aprendió a tocar.

—Todo sigue igual—pensó en voz alta.

—Yo a veces entraba y tocaba esta cosa—dijo Elena acercándose a la guitarra tocando varias cuerdas—Me gusta mucho, ¿me la puedes regalar?

—Claro—sonrió Josh sin mirarla, el aún seguía mirando toda la habitación.

—¿Te sorprende?

Josh se dio la vuelta mirando a su padre en la puerta.

—Si—asintió—Creí que...habían tirado todo.

—No podía—dijo en voz baja—Por alguna razón, creí que volverías...

Josh se quedo en silencio, aparto la vista y comenzó a desempacar.

—¿Me ayudas a tirar mi ropa vieja?—hablo Josh—No creo que aún me quede.

Anthony rió bajito y comenzó a recoger la ropa de Josh.

Josh estaba de camino hacia su antiguo trabajo, no estaba seguro de como reaccionaria su antiguo jefe al verlo, tal vez ni siquiera lo dejaría hablar, pero podía hacer el intento.

Entro y fue hacia la barra donde se encontraba el tipo que lo había remplazado.

—Disculpa, amigo yo...

—¿Que haces aquí?

Josh miro al viejo de su jefe quien lo miraba con los ojos entrecerrados casi matándolo con la mirada.

—¿Puedo hablar con usted?—pidió Josh.

—No, veté ya.

—Por favor, deme una oportunidad, sólo una.

—Te di muchas oportunidades mientras trabajabas aquí—dijo con dureza—Tengo un límite chico, y tu lo rebasaste, más con la reputación que tienes.

—Pero yo no soy así, ya no—hablo tratando que lo comprendiera—Yo cambie, ahora estoy bien, deje todo atrás, en serio, estuve meses en un centro de rehabilitación, le prometo que no voy a echar nada a perder.

—No me convences.

—Déme un tiempo límite, si para ese entonces hago algo mal, me puede despedir. Pero déme esa oportunidad, por favor.

De una adicción a otra  {JOSHLER}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora