Capítulo 1

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Canción: Promiscuos / Nelly Furtado & Timbaland.

Nueva York,
Estados Unidos.

"La ciudad que nunca duerme"

Movía sus caderas sensualmente al compás de la canción que invadía la discoteca a altos decibeles, elevándolo su cabello negro entre sus manos, ataviada en un vestido tipo tubo de escote en V pronunciado ceñido a su esbelto cuerpo, recibiendo miradas lascivas de varios hombres a su alrededor.

Su acompañante al darse cuenta pretendió de algún modo marcar su territorio, aferrando su cintura con un mano, posando la otra en su trasero pegándola a su cuerpo.

De inmediato lo observó con sus impresionantes ojos que a más de uno dejaba impactado al no poder distinguir su color exacto, ya que en ocasiones parecían azules turquesas, otras veces, azules casi verdes.

—Te noto ansioso. ¿Por qué no te relajas un poco y disfrutas del baile? —pidió antes de voltearse para rozar su trasero al ritmo de la música en el bulto que asomaba por sus pantalones, a sabiendas que aumentaría su excitación.

Su voz ronca y sensual lo volvía loco —no lo podía negar—, ninguna mujer lo enardecía de esa manera, provocando que delirada por hundirse entre sus piernas.

—Mejor vámonos de aquí, así te demostraré en mi cama cuanto te deseo. ¿O quieres que te lo pida de rodillas? Por tenerte entre mis brazos... soy capaz de todo —confesó en su oído con voz ronca.

Se giró dándole el frente sopesando su petición, pegándose a su boca con sus palmas en su pecho.

—Descuida, ya no te haré sufrir más —respondió antes de besarlo apasionadamente. Al retirarse, dejándolo casi sin aliento, añadió—: Vámonos.

Antes de cruzar la salida de la discoteca —luego que Elliot pagara lo consumido esa noche— un alto y corpulento hombre les cerró el camino.

—¿Qué diablos te pasa? —preguntó disgustado, casi chocando con él, sin soltar la mano de Celine detrás de él.

—Solamente estoy cumpliendo mi trabajo, señor Hamilton —respondió estoicamente quien desempeñaba la función de chofer y guardaespaldas de Celine desde hace varios años, con las manos detrás de su amplia espalda en postura militar.

Después de llevar a su jefa al encuentro con Elliot, se mantuvo en los alrededores expectante de cualquier situación en procura de mantener su seguridad, esperando transportarla de regreso a su hogar cuando así lo solicitara, a menos que decidiera otra cosa.

—Vamos hombre, sabes que yo la puedo proteger en tú lugar —refutó Elliot con altanería, rodeando la cadera femenina cuando estuvo a su lado.

—Síganos, me voy con él —ordenó Celine a Robertson en un tono de voz duro que no había empleado antes con él, recibiendo un asentimiento de cabeza por su parte, conocedor que sus disposiciones debían seguirse siempre al pie de la letra, sin rechistar.

Al llegar al estacionamiento Elliot la ayudó a subirse en su Bentley Continental GT. Cuando estuvo frente al guía, se marcharon rumbo a su penthouse ubicado en una zona exclusiva de la ciudad.

Iba sonriente todo el trayecto, pensando en la forma de convencerla para que pasara con el toda la noche, acostumbrado a conseguir todo lo que ansiaba por su privilegiada condición económica, sin imaginarse que Celine no era igual a las mujeres que solía tratar.

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Ya en el penthouse, Elliot sin demora comenzó a desvestir a Celine, que cerró los ojos dejándose llevar por el momento.

A mis pies©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora