◜rose◞ 1

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⊹Asahina ____

Estaba en la escuela junto con Yūsuke, las clases de este ya habían terminado. Me estire en mi asiento por el cansancio que traía por las diversas clases del día, me apresure en guardar mis cosas y dirigirme hacia la salida de la escuela, por desgracia, Yūsuke y yo estábamos en clases distintas, a lo que tenía que buscarlo por toda la escuela para poder encontrar aquella bestia que llamo hermano.

- ¡Nos vemos, _____-chan! - escuché a lo lejos a un compañero mío.

- lo mismo digo, Lucas - le di una pequeña sonrisa para luego irme por mi lado. Él es un estudiante de intercambio de México, llevaba unos dos meses con nosotros, realmente es muy tierno pero su estatura podría ser algo intimidante.

Seguí mi rumbo hacía la salida de la escuela, al fin era viernes y era una de las razones por la cual estaba feliz. Miré el cielo, tenía algunas nubes pero fuera de eso hacia un frío insoportable, el viento movía un poco mis largos cabellos, sentía como mi cuerpo temblaba a pesar de estar suficientemente abrigada.

- Oye, tonta - reconocí esa voz de inmediato - vamos a casa ¿sí?

- ¡No me digas tonta! - lo mire con desprecio pero solo se rió - bien, vamos a casa - rodé los ojos con una pequeña sonrisa que se me había escapado para empezar a caminar.

No sabía si era mi imaginación o algo por el estilo, pero últimamente Yūsuke estaba raro. Estaba más grosero y se solía molestar por todo, aunque siempre fue así ahora llegaba a molestar bastante esa actitud, solté un suspiro y este me miró raro, bien, hora de disimular.

- tengo hambre, espera un poco - asintió y divisé una tienda a unos pocos pasos de donde estábamos.

Entré y tomé una gaseosa junto con unas galletas, sabía que el rabioso me iba a robar las galletas a penas apareciera. Me dirigí dónde el cajero para poder pagar lo que traía en las manos.

- Hey, enana ¿me puedes comprar unos chicles? - lo miré molesta mientras me daba una expresión despreocupado.

- Y me de unos chicles - le dije al cajero - ¿de qué sabor? - miré a mi hermano.

- Fresa.

- De fresa - me dio aquellos chicles y no dude en pagarle de inmediato - gracias - le agradecí por educación para luego salir de la tienda - toma - le lancé sus chicles y una galleta.

- Gracias gordita - revolvió mi pelo que tanto me había tomado peinar en la mañana, pero bueno, no me molestaba mucho aquel apodo, al fin y al cabo tenia razón.

Los minutos habían pasado rápido, habíamos llegado a la casa cuando menos lo esperábamos, estaba ansiosa ya que al fin era el día en que conocería a mi nueva hermana.

- ¡Ya llegamos! - me quité los zapatos en la entrada algo emocionada, me apresuré en saludar a los demás que estaban por ahí para ir corriendo a mi habitación.

- ¡Winni, hoy es el día! - le hablé a mi gatita de tres colores que se encontraba en mi cama - ¡Al fin tendré una hermana! y alguien que me entienda aunque sea un poco - agarré a la pequella en mis manos acariciándola un poco - creo que es un buen momento para ir a ducharse, ¿no crees? - le pregunté y de un momento a otro quería escapar de mis manos. Me limité a reír y agarrar algunas cosas para su baño y el mío, ya apestaba y era su ducha anual.

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Había pasado aproximadamente dos horas desde que había llegado a casa, le puse un pequeño listón rosado en el cuello de Winni, realmente se veía muy linda. En cambio yo, ¿realmente me veía bien? El vestido asentaba esos gorditos que tenía, mi vientre se veía más inflamado de lo normal, y mi papada... Agh, simplemente no estaba en mis mejores condiciones. Me quité ése lindo vestido para luego ver mi cuerpo redondo, no me molestaba pero los comentarios sobre mi cuerpo me hacían sentir algo insegurada sobre la ropa que llevaba. Me termine poniéndome un jean negro y una blusa de cuello de tortuga blanca. Era lo mejor por ahora, me hacia sentir más segura.

Vi la hora que era, me apresure en tapar aquellas ojeras y ponerme un poco de perfume para estar presentable ante ella. Baje con mi gata en las manos que resaltaba por sus tres colores y su lazo. Vi a la gran mayoría de mis hermanos en la sala, no me tomé la molestia de saludarlos, al cabo que ni ellos lo hacían. Tomé un vaso al cual le llené con agua fría, tomaba pensando en cómo sería mi nueva hermana. Ema, seria alta o baja, ¿le gustaría cocinar?, tal vez le guste leer. No sabia nada de hecha a excepción de su nombre.

No me había dado cuenta cuando mis hermanos estaban posicionados en la entrada, los nervios en mi estómago salieron a flote, ¿y si no le caía bien? ¿y si le daba una mala impresión? No sabia que hacer ahora mismo y mis nervios no ayudaban en nada. Dejé el vaso en la mesa y con nervios me levanté de la mesa para acercarme a la multitud, ahí estaba, se notaba que es más bajita que yo, es una chica linda, delgada y con un lindo pelo castaño, ¿realmente ella tendría mi edad? Porque no nos parecíamos en nada, absolutamente nada.

- ¿Ema? - pregunté en voz baja acercandome lentamente, las miradas de mis hermanos no ayudaban.

- ¿tú eres...? - me miraba confundida, no la juzgaba, me gustaba ser invisible en esta casa.

- ¡Mucho gusto, hermana! Soy _____ - alcé mi mano con una sonrisa bastante grande, ella algo dudosa aceptó. Había sentido una sensación rara al sentir su mano, cómo una corriente eléctrica pasar por mi mano. Pero ya saben, nervios con primeras impresiones.

No sabía cuantos segundos llevaba estrellando mi mano con la suya. Sus ojos se veían dulces, un poco ¿amargo quizás? No lo sé, pero quién soy para juzgar.

- ¡Llegamos! - la voz de unos de los hermanos favoritos me había sacado de aquel trance.

- ¡Iori, Louis! - mencioné sus nombres con emoción y no dude en saludarlos de donde estaba

Cómo era de esperarse sentí sus manos manos revolviendo mi pelo, todo iba bien hasta que sentí una vibra extraña, como desagradable, ignoré pensando que solo eran ideas mías pero ese presentimiento seguía ahí.

narrador

- Eh... - la voz de Ema había interrumpido aquel momento - ¿Me podrían mostras mi habitación? - preguntó con su tono de voz que era dulce y hasta tierno.

- Mi querida Ema, con gusto te lo puedo mostrar - el de hebras blancas se ofreció rápidamente y su gemelo no dudó en proporcionarle un golpe en su cabeza - ¡Hey! ¿eso por qué? - preguntó luego de sentir el golpe.

- Estás siendo descortés, Tsubaki - habló su querido gemelo pelinegro al notar su poca madurez.

- Si si, cómo digas - decía en tono de burla, haciendo perder la poca paciencia de su hermano.

Por otro lado, aquella castaña estaba pendiente de su nueva hermana. Le sorprendía el hecho de que se estaba llevando la atención que debía de ser para ella puesto a que era su primer día en esa casa. No llevaba ni unas horas en ese lugar y ya le estaba desagradando un poco como acaparaba todo, entendía la situación pero quería un poco más de atención, quizás algo se le ocurriría.


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The Other Woman [Brothers Conflic] Re-editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora