Capítulo 3.

24 9 0
                                    

Las horas se me pasaban muy lentas hasta que por fin sonó el timbre y recogí mis pinceles.
Era un día lluvioso. Quizás el día coincidía con mi estado de ánimo pero me encantaban este tiempo.
Cogí mi coche y como todos los días conducí hasta mi piso.
Abrí la puerta y me encontré a Ana en la cocina. Estaba preparadando creepes con chocolate para cenar. La verdad es que cocina muy bien y sabe manejarse con una sartén.

-Mmm que bien huele Ana - dije intentando romper el silencio.

Esperaba una respuesta de ella pero no recibí nada, solo dejó mi plato en la encimera y se fue sola a ver la televisión. Aunque valoraba mucho que preparase algunos para mi. Eso quería decir que aunque estuviese enfadada aún seguía queriendome después de mis duras palabras.

Debería pedirle perdón por mis formas, es mi única amiga y la quiero muchísimo.
Golpeé con toquecitos la puerta de su habitación, apenas me di cuenta de que estaba entreabierta y me decidí a entrar.

- Esto...Ana. Siento mucho lo de esta mañana, no me gusta que estemos así-Me senté a su lado con mi plato de creepes.
Después de un largo silencio contestó.

- Yo también Sara, siento mucho la discusión tonta que tuvimos. -Me miró arrepentida y me abrazó.

Después de reírnos tanto, ella se tumbó en la cama y abrazó el cojín con el que duerme siempre, y yo automáticamente hice lo mismo que mi amiga. Estábamos exhaustas de ese espantoso día.

Llegaron las cuatro de la mañana y me desperté de golpe, la almohada estaba mojada por el sudor de mi cabello, mi respiración era acelerada.

-¡Noooooo! - Exclamé asustada.

Ana al escuchar mi grito se despertó sobresaltada.

- ¡Que! ¡¿Que pasa Sara?! ¿Que tienes? ¿Has visto un fantasma? Lo sabía, lo sabía...
Miró el reloj de la mesita de noche y marcaban las cuatro y media y quedó sorprendida.

- Tía, no es por asustarte... pero dicen que cuando te despiertas sobre estas horas es porque alguien te observa- dice con vacile.

Se hizo un largo silencio. Mis ojos estaban como platos, sorprendida, reflejaban el miedo y la incertidumbre.
Ana consiguió ponerse seria.
- ¿Estás bien? Es una pesadilla, ¿verdad? - Dijo acariciando mi espalda mojada.

-Sí, una pesadilla. Es solo eso, una pesadilla - Contesté nerviosa y con cierto desdén.

-¿Quieres tomarte algo para relajarte?- preguntó preocupada esperando una respuesta.

El sueño premonitorio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora