PRÓLOGO

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ǁ LEAH ǁ


-Ya te dije que no quería venir a esta fiesta.

-¡Pues lárgate entonces!

-¡Eso haré! –Grité de vuelta dejándolo atrás para dirigirme a la salida de aquella casa intentando esquivar a todos y todas las allí presentes.

¡Muy bien! Ahora tenía que volver a casa caminando y más sola que la una.

Intenté recordar la carretera de tierra por la que habíamos venido, pero era casi imposible con los cientos de arboles que habían a nuestro alrededor. ¿A quién diablos se le ocurría hacer una fiesta en medio del bosque?

Unos fuertes crujidos de ramas pisadas sonaron a mi espalda haciéndome frenar de repente.

-¿Quién anda ahí? –Pregunté volteándome, pero allí no había nada ni nadie. –Ah, ya sé... No quiero hablar contigo Liam, así que será mejor que vuelvas a la fiesta.

Seguí con mi camino alumbrado solamente por la luz de la gran luna llena que había en lo alto del cielo oscuro. Sí de verdad creía que había cambiado de opinión respecto a la fiesta, estaba muy equivocado.

Nuevamente volvieron a oírse crujidos haciéndome resoplar.

-Te dije que no me siguieras, Liam. –Dije frustrada girándome nuevamente hacía los arbusto, pero como anteriormente, allí no había nadie. ¿Me estaba volviendo loca o alguien me estaba siguiendo de verdad?

De pronto, un gruñido resonó en el silencio de la noche y dos ojos completamente negros brillaban entre los matorrales dejándome confundida. –¿Pero qué... –Mi frase se quedó en el aire al ver al tremendo lobo que había aparecido frente a mí. ¡¿Qué diablos?!

Comencé a gritar y a correr con todas mis fuerzas en cuanto noté que sus intenciones eran devorarme en menos que cantaba un gallo.

-¡Ayuda! –Grité todo lo que pude mientras que oía cada vez más cerca los gruñidos de aquel lobo. –¡Socorro!

Me giré lo suficiente solo para saber cual de cerca estaba aquel lobo con la mala suerte de chocar contra un árbol y caer de culo dolorida.

-¡Joder! –Grité retrocediendo hasta chocar mi espalda contra el árbol encarando al animal.

Es el fin... Este es mi fin...

El lobo gruñó más fuerte enseñándome sus dientes y provocando que cerrara los ojos como si eso me quitara un poco el sufrimiento que sentiría al ser comida por él.

De repente, un gruñido más fuerte que el que había oído anteriormente resonó en la penumbra del bosque seguido por un aullido de sufrimiento.

Abrí los ojos encontrándome con un nuevo lobo que atacaba al que me seguía como si estuviera defendiéndome.

Mi perseguidor, por llamarlo de alguna manera, salió corriendo en cuanto el gran lobo de pelaje negro le enseñó los dientes.

-Ay, Dios... Quieto... ¡Quieto ahí! –No sabía si me entendería o no, pero se detuvo en cuanto escuchó mis palabras. –Buen chico... –Medio sonreí al ver como se echaba en el suelo como si estuviera descansando. –No sé si me entiendes, pero gracias por salvarme, amigo. Te debo una muy grande, ¿eh? –Se levantó mirándome fijamente antes de comenzar a caminar hacia mí. –Oye, estate quieto ahí, por favor...

Hizo caso omiso a mis palabras y pronto lo tuve a menos de un metro de distancia.

-¿Me harás daño? –Pregunté sintiendo las lágrimas acumularse. –Por Dios, que es un lobo no un perro, Leah...

El lobo se sentó frente a mí para levantar una de sus patas delanteras como si quisiera que se la agarrara al igual que un perro le daba su patita a su amo.

-¿Quieres que la coja? –Movió la cabeza de arriba abajo afirmando. –Está bien... Pero no me hagas nada, ¿vale? –Volvió a mover la cabeza dándome un poco más de seguridad.

Sí, no sabía porque ese gran lobo negro me transmitía, de alguna manera, protección y ternura. ¿Me estaba volviendo loca?

Armándome de valor, agarré su pesada pata sin dejar de mirarlo a los ojos viendo como un brillo especial aparecía en éstos.

Definitivamente, me estaba volviendo loca.



ǁ AYDEN ǁ

-¡¿Cómo se te ocurre hacerle eso?!

-Solo quería jugar un rato...

-¿Jugar un rato? –Lo levanté por el cuello de la camiseta con fuerza sin poder evitarlo. –¡Casi la matas!

-Ya te dije que no iba a hacerle nada, pesado...

-Ni se te ocurra volver a hacerlo, Daniel. ¿Te quedó claro? –No respondió. –¡Que si te quedó claro!

-¡Que sí, que sí! ¡Suéltame ya! –Lo solté haciendo que se tambaleara un poco por el golpe que tenía en la pierna. –Además, ¿qué hacía una adolescente sola en el bosque y de noche? Juraría que no tenía más de dieciséis años.

-Había una fiesta en medio del bosque.

-¿Una fiesta? Si que la juventud de hoy en día está muy mal, ¿eh?

-Oye, ¿estás bien? –Pregunté un tanto arrepentido al verlo cojear.

-Claro que si, solo es una molestia...

-Lo siento. –Me disculpé mientras que él le restaba importancia con la mano.

-Me lo merecía, da igual. Así aprendo a no meterme nuevamente con tu mate

-No es mi mate...

-Uh, sí que lo es, amigo. Incluso yo me di cuenta como la defendiste.

-La defendí como hubiera defendido a cualquier otra persona.

-Por supuesto que no, Ayden. No me hubieras atacado de esa manera si no fuera importante para ti. Venga, amigo, ¿cómo huele?

-Daniel... –Murmuré mirándolo severamente. No me estaba gustando nada a donde quería llegar.

-¿Fresas con chocolate? ¿Menta con canela? ¿Chocolate con...

-Vainilla con naranja.

The Wolf of The MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora