El sempiterno hecho de ser consciente de la independencia del tiempo con respecto a todo lo demás que es posible de percibirse. El punto de quiebre entre el holgazán feliz y el holgazán preocupado. Sea como sea, la vida es diferente a partir de ese tiempo.
La historia inicia con una telaraña sin centro, una seda llena de recuerdos y de sueños, de amigos y de desconocidos, de amados y de repudiados. Allí nadaba la primera persona en singular, quizá la única capaz de describirse bajo una verdad que solo ella conoce. Los vientos de la sociedad empujaban al vicio y a la comodidad en el ambiente adolescente, la razón exigía algo opuesto y mucho más difícil de alcanzar. Lamentablemente me arrastró el viento en complicidad con mi falta de resistencia.