Devin [Congelada.]

Averiguando

  Estaba completamente desorientada, no sabía donde estaba, era una habitación pequeña con una cama blanca, un ropero de roble, un escritorio con libros antiguos en alemán e inglés y una lámpara de pie color crema. Estaba vestida con ropa que no era mía, no podía recordar nada pero se notaba que me quedaba grande. Me levanté y me acerque a la puerta, salí a un pasillo iluminado escasamente que llebaga a unos escalones hacia la primera planta, eso supuse porque estaban orientadas hacia abajo. Al ir caminando por el pasillo y bajar las escaleras, me percate de que la casa era bastante grande y pintoresca, erróneamente había pensado que estaba en un segundo piso, cuando en realidad me encontraba en un tercer piso, ¿Dónde estaba? Al parecer los dueños de este gran inmueble debían ser millonarios, me acerqué a una ventana y aún estaba oscuro fuera, se podía divisar un extenso y denso bosque alrededor de la casa.

 -Veo que te has despertado - dijo una mujer de avanzada edad a unos metros de mí - ¿Como te sientes? debes tener mucha hambre  - dijo sonriendo y aproximándose hacia mi.

-Disculpe, pero no sé en donde estoy ¿Me podría ud. decir donde me encuentro? 

-Oh, lo siento pequeña por tal descortesía de mi parte, estas en la poco conocida "Mansión Black", mi nombre es Dahlia, soy la abuela de Devin, el chico que te trajo aquí.

-¿Devin? - cuestioné - Yo no conozco a nadie con semejante nombre.

-Ya veo - dijo - no recuerdas nada. Ven conmigo, cenaremos y luego te exlicaré como y porque llegaste aquí.

Recorrimos los pasillo de la Mansión hasta llegar a lo que supuse era el comedor, nadie se hallaba sentado a la mesa y un hombre vestido elegantemente me hizo un ademán para que me sentara en la silla frente a él.

Luego de tomar asiento en el lugar indicado y esperar unos minutos, llego un muchacho con la cabellera alborotada y la piel sumamente blanca  y se sentó junto a mí en silencio. Acto seguido un hombre y una mujer de unos 50 años de edad nos acompañaron a la mesa, ubicandose frente a mi con el muchacho. Y después otro señor de la misma edad que los anteriores se sentó a la cabezera de la mesa. Pasando el tiempo, la mesa se fue llenando con más personas, era de suponerse, puesto que estaba en una mansión y no en una casa convencional.