Devin [Congelada.]

Imposible Recordar.

  Por fin conocía al famoso, pero desconocido para mí, Devin.

  A juzgar por su apariencia era un chico educado y directo, de esas personas que no se iban con rodeos y te decían las cosas directo a la cara sin anestesia. Su mirada era tierna y profunda, tenía la piel pálida, pero no tanto como la de su hermano Theo, los ojos color miel eran llamativos, era como estar mirando literalmente la miel y tenían ese brillo de felicidad que llenaba de alegría su rostro. Su cabello café a juego con sus ojos le caía por sobre ellos pero no cortaba la conexión con su mirada.

  Theo por otro lado, era sumamente blanco, pero no era albino, sus ojos eran grises, parecían plata derretida, pero no tenían ese brillo tan particular, su semblante era más tétrico mas no escalofriante y tenía la mirada cansada. Su cabellera negra alborotada era abundante pero no alcanzaba para el corte de cabello ¾, y al igual que a su hermano le descansaba sobre los ojos de forma desordenada.

  En ese momento Dahlia apareció por una puerta detrás de los hermanos y se aproximo a nosotros con paso pausado, como esperando que algo sucediese en ese momento.

-Devin, has llegado, ¿Cómo te fue en el pueblo? ¿Resolviste tus asuntos?

-Abuela – dijo el chico animadamente girando su cuerpo para quedar frente a ella – Gracias por preocuparte y sí, he podido resolver todos mis asuntos. Estaba por aquí buscando a Theo y me he olvidado de avisarte que había llegado.

-No te preocupes hijo, no pasa nada, después de todo yo sólo me preocupo de que estés bien, pero no es tu responsabilidad avisarme cada que sales y vuelves. Vengo a buscar a Dana, si no les molesta, tengo que explicarle como ha venido a parar aquí.- Miró a Theo.

-Oh, abuela, estás en tu derecho, después de todo no estábamos en nada importante. – Cambio su mirada a Devin.

-Yo no podré estar contigo mientras le explicas a Dana como vino a  parar aquí, tengo que mostrarle algo a Theo, pero luego me puedes contar como te fue, ¿De acuerdo?

-Tranquilo, ve a resolver tus asuntos. ¿Dana? ¿Me acompañas por aquí por favor?

Hizo un ademán con el brazo hacia la puerta por la cuál había salido anteriormente, la cuál daba paso a una biblioteca bastante grande, con repisas desde la misma alfombra roja que cubría toda la habitación, hasta una altura prudente para que una niño pudiese sacar un libro con la ayuda de un banquito.