Capítulo 2.

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17 de septiembre 1997.

Siempre perfecto, sin errores. Tienes que ser un buen Cipher

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Un buen Cipher

Siempre se preguntó ¿Que querían decir con eso sus padres? ¿Que querían demostrar? Su familia no era perfecta. Para la sociedad lo era, pero ellos no conocían la verdad.

Sus padres tenían problemas, su matrimonio era por convivencia.

Su hermano mayor un imbécil.

Su hermano menor era como un títere, siempre dominado por el mayor.

Y el... un cobarde, desde siempre. Otro maldito títere.

Pero para los demás los Cipher era la familia mas “perfecta” y “feliz” de todas. Eran un ejemplo para la sociedad.

Menudo ejemplo.—Pensó el rubio con algo de molestia mientras se vestía para la fiesta.

Faltaban veinte minutos para que los invitados llegaran, su madre había estado tocando la puerta frenéticamente cada cinco minutos.

No pueden esperar un poco, ni que mi presencia fuera tan importante.—Rodó los ojos ante eso y bufó.

—¡BILL!—Chillo a nueva cuenta su madre.

Apresuró a abrocharse los pantalones y a penas revisar su cabello.

Un suspiro pesado salió de sus labios.—Todo perfecto.—Murmuro sarcástico antes de salir.

Ignoró las riñas de su madre y se dispuso a bajar para recibir a los invitados.

[...]

La fiesta había comenzado hace media hora; Bill se encontraba rodeado de sus “amigos” los cuales comentaban cosas pretenciosas, una mas que la otra, y era jodidamente agotador.

Se quería largar de una buena vez, tal vez tendría mas suerte en Gravity falls y no encontraría otra bola de niños de papi.

—¡Hey! Tierra llamando a Bill.—Chillo una rubia mientras agitaba su enfrente de su cara.

—Uh... ¿Que pasa, Pacífica?

—No estás prestando atención a lo que estoy diciendo.—Emitió un pequeño gruñido.

—¡Por supuesto que sí!—Gran mentira. Ni le importaba lo que conversaban.

—Ugh. Gideon y yo te decíamos que tienes que tener cuidado, en esos pueblos viven muchos de la clase baja y no queremos que se te pegue lo pobre, querido.

Bill solo rodó los ojos y asintió con la cabeza.

—¡Bill!—Le gritó su madres desde la mesa de bebidas.

Salvado.—Pensó.

—Chicos, ya vuelvo iré a ver que quiere mi madre.—Y sin esperar la contestación, salió prácticamente corriendo del círculo de amigos.

—¿Que pasa, madre?

—Necesito que busques a tu padre—Se le notaba preocupada—. Hace un rato dijo que iba al baño y aún no ha vuelto...—Hizo una pequeña pausa—. Y-ya casi es la hora de su discurso.

—No te preocupes, madre. Iré a buscarlo de inmediato, debe estar en su oficina.—Trata de sonreír lo mas tranquilizador posible para calmarla un poco.

Subió las escaleras con calma. Esperaba que de verdad se encontrará en la oficina y no fumando en el patio; a su madre le jodía eso.

Antes de tocar la puerta escuchó un jadeo y un gemido.

—¿Que?

Abrió la puerta rápidamente, encontrando a su padre con otra mujer... teniendo sexo.

Aquella imagen lo dejó paralizado. No podía creerlo.

Sabía que sus padres no llevaban una buena relación pero esto ya era el colmo.

—¡Bill!—Escuchó el grito por parte de su padre.

Contenía su respiración y trataba de no temblar, la había cagado.

—Entra y cierra la puerto.—Ahora hablaba más tranquilo.

El joven acató sus indicaciones, pero tratando de no acercarse mucho a la escena del crimen.

—Ni una palabra sobre esto. Entendido.—Gruño mientras ponía su pantalón y la mujer sonreía cínica, arreglando su vestido.

—Susan, puedes irte.

—Como ordene, señor.—Sonrió más amplio y se le acercó para darle un beso.

Bill observaba todo con ganas de llorar. Su madre, su pobre madre.

La mujer abandonó la oficina, dejándolos solos.

—¿Porque?—Susurro.

—¿Que has dicho?—Arreglaba su camisa y sonreía.

—¿¡Porque lo has hecho!?—Y por primera vez en su vida, le había gritado a su padre, recibiendo una cachetada por esa insolencia.

El hombre sonrió y ajustó su corbata.—Son cosas de adultos, Bill. Nunca lo entenderías—Tomo el pomo de la puerta y antes de girarlo dijo con voz autoritaria—. No quiero que le menciones nada a tu madre. Te irá mal si lo haces, hijo. Recuerda siempre perfecto, sin errores. Tienes que ser un buen Cipher— Giro el pomo y salió—, obedece y sal rápido, te perderás el discurso.

El rubio aún seguía paralizado, tenía ganas de llorar y su mejilla ardía.

Tenía que obedecer, su padre era capaz de cualquier cosa. De nuevo la cobardía se hacia presente.

Un par de lágrimas bajaron por su rostro, se levantó y salió de la oficina.

Suspiró, secó su cara y dio una sonrisa.

Tenía que volver a fingir que estaba bien.

Nada de esto está bien.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2017 ⏰

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My name is Bill. ¡! Book 2. Billdip. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora