"No estaba entre mis planes conocerte ni hablarte...

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...Pero al mirarte y conocerte supe que mi corazón tú te robaste"


¡Mi amiga estaba muy emocionada! Ese día tendría una cita con el chico que le gustaba.

Ya que estaba nerviosa y un poco temerosa, pues el chico es mayor que nosotras, me pidió que la acompañara. No era fácil para mí andar por la calle pues ¿Quién quiere ver a una bola de grasa de 98.100 kg andar por la calle?

Si, esa era yo, una niña de 15 que pesaba casi 100kg.

Pues ese día me arme de valor y accedí a acompañarla a su encuentro.

Mientras esperábamos en aquel parque, nos sentamos cerca de unos juegos, ella muriendo de los nervios y yo revisando mi celular. De pronto observe dos pares de zapatillas frente a mí, alce la mirada y me encontré con la cita de mi amiga, pero él no venía solo venía con ÉL.

Nunca sentí tanta vergüenza de mi cuerpo grasiento, como en ese día. Pues ellos, ya sea por el deporte o porque así son sus genes eran demasiado altos, ya que con 1.80 m de altura, piel blanca y ojos grandes aunque rasgados era imposible pasar desapercibido.

Solo en ese momento entendí que los insultos que me dijeron las chicas de 5° eran cierto.

"Eres una bola de grasa, nadie se fijaría en ti".

 En ese entonces no lloré, ni pretendía hacerlo, pues solo me permito llorar por personas y palabras importantes. Pero en cuanto lo miré recordé esas palabras y no sabes cuánto me costó retener mis lágrimas.

La tristeza tras la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora