Acorde a la rutina.

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Ken acercó la cuchara de madera a su nariz y olió la salsa, ¿se suponía que debía oler así? Hacía tanto tiempo que no cocinaba pastas que ya lo había olvidado.

Suspirando, apagó el fuego y emplató la comida, frustrado; quizás debería simplemente ir al restaurante de la otra cuadra, pedir pastas para llevar y ponerla en un plato como si él la hubiera cocinado. No es como si Hide no fuera a comerlo de todos modos, siempre comía lo que sea que Ken le cocinara, por muy horrible que supiera. Observó el gran plato (le parecía que era demasiado, pero siempre podía calentar las sobras, ¿verdad?), y ladeó la cabeza, al menos parecía comestible.

Dos bronceados brazos rodearon su cintura, adentrándose en su delantal, y un par de delicados labios besaron su cuello levemente; bien, deshacerse de la comida ya no era una opción. Posó una de sus manos sobre la que acariciaba su cadera e inclinó aún más la cabeza, dándole comodidad al rubio para besarlo.

Me gusta como huele eso —susurró sobre su oreja y lo atrajo más a su cuerpo—, y también me gusta la vista. —Mordió levemente su cuello—. Creo que debería dejar una marca de este lado también.

El peliblanco volteó y besó levemente sus labios.

Feliz cumpleaños, Hide. —El rubio sonrió sobre sus labios y volvió a besarlo, tomando su cuello delicadamente e invadiendo su boca con dulzura.

Gracias, Ken. —Besó su nariz y bajó las manos, tomando las del otro y entrelazando sus dedos—. ¿La vestimenta también es parte de mi regalo? —Elevó las cejas sugestivamente y Ken rió levemente, mientras negaba, rozando sus narices y volvía a unir sus labios en un beso más largo; y lento.

No, la vestimenta es porque mi querido esposo lavó toda mi ropa interior. —Hide miró a otra parte, como si la culpa no fuera suya, y no lo era, era culpa de Ken por no separar su ropa interior sucia de la limpia.

Oh, mi apreciado Ken —suspiródramáticamente y movió el plato a otra encimera—, eso es una minucia—lotomó por los muslos, ayudándolo a sentarse sobre la encimera—, aunque creoque me lo agradeceré eternamente. —Volvió a morder y besarfervientemente su cuello; todo el cuerpo de Ken se estremeció bajo sus brazosmientras gemía y se aferraba a la tela de su chaqueta.   

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El rubio se sentía observado; la anciana de la casa vecina era una gran chismosa, y frecuentemente los observaba desde su ventana, preparada para llamar a la policía ante la mínima muestra de afecto que se dieran en la cocina; una vez incluso había llamado porque estaban tomándose de las manos después de que Ken se cortara mientras intentaba hacerle la cena a Hide. Abrió un ojo y, efectivamente, la señora estaba en su ventana, a punto de tomar su teléfono; su otro ojo se abrió también y miró a la anciana, implorándole con la mirada que no llamara, pero ella negó y tomó el teléfono. Hide cerró las cortinas y tomó al peliblanco en brazos, llevándolo a la sala y recostándolo en el sofá.

Ken elevó una ceja y el rubio se acostó a su lado, entrelazando sus piernas y mirándolo durante un largo rato a los ojos. Era tan guapo, ¿qué había hecho para merecer un esposo tan buenmozo, inteligente y que le cocinaba casi cada noche? Hide era la persona más afortunada en el planeta simplemente por tenerlo, y no lo dudaba.

¿Sucede algo? —El peliblanco acarició su mejilla y Hide sólo le sonrió, con anhelo.

Sólo pensaba en lo afortunado que soy por tenerte a mi lado. —Le devolvió la caricia, pasando lentamente el pulgar por su cintura—. ¿Alguna vez te dije cuánto te amo? —Acercó su rostro hasta que sus narices se chocaran.

Plot? What plot? ||HideKane||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora