El que por lo regular era un sonido cálido y tranquilizador de la alarma que tengo activada en mi celular, está martillando en mis oídos ¿no se supone que los sonidos son ondas que tus oídos interpretan? ¿Por qué suena más como una explosión? Me duele cada vez más la cabeza. Sin abrir los ojos palpe la cama en busca del responsable del infernal ruido pero antes me topé con lo que parece ser un brazo tibio y musculoso, no de Cara, no de Poli. Alarmada abrí de golpe los ojos y me senté, a mi lado con solo un cobertor tapando sus intimidades estaba Benjamin, ahogue un grito cuando percatándome de que estoy a su lado en la misma situación, no estoy en mi habitación, repito ¡no estoy en mi habitación! Trate de hacer el menor ruido posible y me puse de pie, sintiendo una incomodidad entre las piernas encontré mi teléfono sobre el piso, la ropa que Ben me presto yace por toda la habitación, mi cuerpo no se decide entre la palidez o el enrojecimiento, al final me teñí escarlata desde el cuello hasta las cienes.
Una vez que estuve vestida, dirigí mi mirada hacia la cama, Ben respira acompasadamente, su boca, media abierta emite un gracioso sonido, se había dado la vuelta, su espalda aun relajada no deja de estar marcada. Recuerdos de la noche anterior se aglomeraron en mi mente, aparte la vista algo conmocionada, al fin entiendo a qué se debe tanto alboroto. A pesar de la mierda que muchos pueden decir que "debe ser alguien especial", no me arrepiento, lo hice, lo disfruté y ahí terminara, nada de falsas promesas y algunos "te quiero" no sinceros.
En el piso se encuentra el sobre plateado y dentro del bote de basura junto a la cama, el preservativo usado. Tome las sábanas apenas manchadas cuidando no despertarlo y me fui. La casa estaba echa un desastre, cuerpos inconscientes se reparten por todos lados, gracias a Dios, no soportaría hacer el camino de la vergüenza.
El chofer del taxi me mira raro, quizá por la ropa de hombre que vestía o tal vez por la sábana mal doblada que llevo bajo el brazo, de cualquier modo me dejo frente a mi casa, mi padre estaba ausente y así estaría todo el fin de semana, según me había dicho. Dos aspirinas después tome una ducha y me puse una pijama con pequeños dibujos de conos de helado. Me recosté sobre la cama y revise mi celular, supuestamente le envié un texto a Cara donde le decía que ya estaba en casa, nunca en mi vida había sido tan imprudente. Tenía vagos recuerdos de mí riendo, de Ben besándome, de mis manos acariciando su espalda, sus ojos sobre mi cuerpo y la ternura con la que me trato.
Sacudiendo la cabeza, revise la hora, era cerca de medio día de un sábado. Fui a la cocina y encontré sobre el refrigerador una nota adherida a la puerta. Tome un gran vaso de agua mientras la leía.
Sam, toque la puerta y nadie respondió así que abrí con la llave de emergencia, no había nadie y casi me da un ataque, luego recordé lo temprano que te levantas los sábados para ir al gimnasio y quise darme un golpe. Iba a marcarte pero nunca atiendes el teléfono mientras estas ahí, ya no voy a extender mas esta pequeña nota, Poli y yo estaremos todo el día en casa, debes venir para que nos burlemos juntas de su resaca. Nos vemos, besos
Cara
Sonreí y me cambie rápidamente por unos jeans y una camiseta. Sobre el sofá se encuentra la sábana de Ben así que busque una bolsa en que depositarla y la lleve conmigo junto con la ropa que me prestó. Camine por la acera mirando los locales en busca de una tintorería, no voy a lavarla en mi casa donde lo más seguro es que la ama de llaves vaya de cotilla con mi padre. Ella desde hace más o menos un año, llega a cocinarnos los sábados para toda la semana. Ya una vez finalizada mi misión me dirigí a la casa de Cara.
Antes de que tocara la puerta esta se abrió, mi amiga se asomó con una sonrisa traviesa. Me hizo pasar y cerró la puerta de un estruendoso azoton que me hizo estremecer.
—Dios ¿qué inhumano cerró esa puerta?— me reí entre dientes y es que yo no estoy mejor pero tengo que disimular si no quiero que arda Troya. Cara me dijo que vaya a la habitación de su hermano mientras ella va por algo para beber. Llegue al marco de la habitación de Seb y me sorprendió encontrar a Poli sobre la cama con el cabello alborotado y uno de los pijamas que Cara nunca usa ¿por qué no lo usa? Simple, es diminuto. En Poli esta un poco más largo pero aún era muy revelador para ella. Abrió los ojos cuando toque la puerta y sonrió.
— ¿Qué pasó aquí? ¿De qué me perdí?— Poli me miro confundida por un momento, luego hizo una mueca de dolor, quizá tratar de recordar duele, literalmente. Observó donde se encuentra y se tornó blanca, al parecer yo no soy la única sorprendida. Quitó algunos mechones dorados de sus ojos y su mirada viajo por el pijama, temí que hubiese dejado de respirar cuando se puso azul, luego morada y finalmente roja. Su sonrojo me hizo reír tan fuerte que mi dolor de cabeza empeoro.
— ¿Qué pasó anoche? ¿Cómo llegue a aquí? No recuerdo nada. Nunca volveré a tomar una gota de alcohol— Poli nunca había estado ebria, por lo regular no toma ni el ponche cuando tiene alcohol— Mejor no me digas nada, seguro hice el ridículo— Cara eligió ese preciso instante para llegar. Sonrió maquiavélicamente mientras le tiende a nuestra desconcertada compañera una botella con agua.
— ¿No lo recuerdas?— pregunto con aparente inocencia, Poli no del todo despierta negó. Entrecerré los ojos en dirección a Cara— Llegaste después de la fiesta y te arrojaste a los brazos de mi hermano, luego de que se besaran apasionadamente él noto lo ebria que estabas, se enojó un poco contigo pero no podía mantener sus manos lejos de ti, ni tú de él. Trato de frenarte pero te quitaste la blusa así que me pidió una pijama, como las mías estaban demasiado grandes le di esa, te llevo a su cuarto, yo iba detrás de ti pero cerraste la puerta en mi nariz. Pero no pongas esa cara, amaneciste con ropa ¿no es así?— Poli y yo la miramos boquiabiertas. Su carcajada histérica surgió de la nada. Me preocupe que muriese ahogada, Cara por otro lado se carcajea con diversión hasta que al final dijo: —Es broma, hubiesen visto sus expresiones— la risa le impedía hablar con claridad, le di un golpe con el codo en su costado, se quejó. Poli apenas logrando salir de su estupefacción se levantó de la cama dispuesta a golpearla pero mi amiga fue más rápida, corrió a su habitación y dio un portazo.
Comencé a reír tan fuerte que mi cabeza palpitó mostrando desaprobación. Cara estaba como una cabra o tal vez una cabra aún es demasiado cuerda comparada con ella, de cualquier modo ambas nos miramos, yo con diversión y la ingenua de Poli furiosa. Me miro tal vez pidiendo respuestas.
—A mí no me mires, yo no sé nada de lo que sucedió con Seb anoche— conteste nerviosamente. Ella frunció el ceño
— ¿Dónde estabas?— esa es la pregunta que aunque sé que iba a hacerla me tomo desprevenida.
—Estuve un rato más en la fiesta pero luego me fui a casa— mentí convincentemente y es que, decir mentiras es algo fácil cuando ya estás acostumbrado a que te las digan; tengo mucha confianza en Poli pero no estoy preparada para contarle la verdad y mucho menos para aceptarme a mí misma que es real. Rodo los ojos.
—Definitivamente las fiestas no son lo nuestro. La próxima vez nos reuniremos en un parque o una biblioteca— sonreí encogiéndome de hombros. Se puso de pie y nos unimos en un fuerte abrazo. Hacía diez meses tres días que se había ido de la ciudad y la extrañe tanto. Mordí mi labio reteniendo las lágrimas y como es usual en ella cuando se pone sentimental comenzó a quitar las arrugas de mi blusa y acomodar mi cabello. Cara nos veía desde la puerta limpiando sus gafas igual que nosotras evitando llorar.
—No puedo creer que no te puedas quedar más de una semana. Si no fuera porque sé que en unos meses volverás para estudiar la universidad probablemente ya te hubiese amordazado y estarías en el sótano— Cara aunque en tono de broma probablemente hablaba en serio. Poli y yo no separamos, camine hacia la puerta y le di a Cara una palmadita en su hombro; ella odiaba los abrazos.
Cuando conoces demasiado tiempo a alguien, la distancia a pesar de doler no es un obstáculo. Bajamos a desayunar y hablamos por horas principalmente poniendo al día a Poli. Cerca de las seis de la tarde sonó el timbre. Fuimos a abrir y nos entregaron un gran ramo de rosas rojas. Impaciente Cara las depositó en la mesa de centro y tomó la tarjeta, ninguna de las tres tenía idea de para quien eran. Cuando mi amiga me mostro la tarjeta con perfecta caligrafía no pude estar más asombrada. Decía:
Hola
Aun no puedo creer que seamos novios. Parece estúpido enviar flores sin embargo no pude evitarlo. No quiero parecer intensa por lo que es mejor que la nota termine aquí. Sebas tu repentina propuesta de anoche me encanto. Besos
Con afecto y gusto, hasta ahora, Alissa
Ambas miramos a Poli que nos interrogaba con la mirada. Estúpido y más terco que un ateo, Sebastian lo ha arruinado, otra vez.
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Las Horas Contigo
Teen FictionSam es un nombre confiable y así es ella. No es demasiado de algo, es bonita pero no hermosa, sus ojos son cafés pero no tan claros, no es callada y menos una parlanchina (o eso es lo que cree), sin embargo hay algo en lo que destaca, su capacidad p...