La pobre claridad de la mañana se colaba entre las cortinas de seda que tapaban el enorme hueco en la derruida pared, iluminando con suavidad el techo y las paredes de la habitación y dejando al descubierto algunos adornos rococó, mayormente de un bonito dorado, que habían quedado casi intactos a pesar de que el resto del edificio hubiese acabado cubierto por una negra capa de cenizas tras haberse apagado el incendio.
Tap...Tap...Tap...
Pequeñas, silenciosas pisadas se escuchaban en su camino hacia la enorme ventana, cada una seguida por su propio eco, que por un corto momento resonaba en la habitación antes de fundirse con el silencio para así dar paso a la siguiente.
Tap.
Y se detuvo.
Un niño bien vestido de unos 7 añitos agarró con cuidado una de las valiosas cortinas y la deslizó hacia un lado, permitiendo a la luz mañanera estirarse a gusto alrededor de la habitación.
A él no le gustaba la oscuridad. La aborrecía, desde que no era más que un bebé, viviendo con nana, incluso ahora daría lo que fuera para que la tierra dejase de girar y reinará el soleado y brillante día.
Cuán irónico; en verdad, ¿uno de los suyos, temiendo de la oscuridad? Vaya atrocidad, esa tolerancia a la luz, a las luces, sus contrarios, sus peores enemigos, la razón por la que sus vidas son tan miserables. Las luces. Ellas son las antagonistas y los villanos y por tanto deben ser destruidas. Todas y cada una.
Al menos es lo que Sol siempre decía.
A David no le parecían tan malas. Pero qué sabía él... Nunca había conocido ninguna. Pero eso iba a cambiar pronto.
Se acercó a la ventana. Más allá había un pequeño balcón sin rejillas.
Él se detuvo en el borde."Siempre hablan de eso" Pensó "Sol y Susi. Siempre hablan de las luces, pero... ¿qué son esas cosas?"
Dio un par de pasos para asomarse al borde. Habían varios metros separándolo del piso, una caída desde allí quizás no aseguraría la muerte, pero sí un buen puñado de huesos rotos y quizás varias marcas, algún que otro problema cerebral también. Mejor pensado, la muerte suena como una mucho mejor alternativa.
El pequeño rió al pensamiento. Los cuerpos siempre caen en posiciones tan graciosas...Pronto la puerta se abrió con un ligero chirrido.
-¡David! ¡Apártate de ahí!- Una voz ronca pero aún aguda y femenina lo llamó desde la entrada, casi queriendo exclamar pero apenas alzando el tono. El pequeño la miró sin respuesta y poco a poco se alejó del borde de la ventana hasta finalmente estar dentro de la habitación de nuevo.
La figura femenina aún lo observaba desde la puerta sin moverse. Dio un largo suspiro
- Te llevo buscando... ¿Has estado pintando las paredes de nuevo?-Blanco es el color que más brilla, Susi.
-Sabes que a Sol no le gusta.
-Pero Sol no está.
-Pero estará - Reprochó la muchacha con un tono ligeramente más fuerte. -Por favor, deja de hacer esto David, haces mi trabajo más difícil de lo que debería ser.
David guardó silencio, ojos puestos en su nodriza. A veces la llamaba así, la conoce desde que puede recordar y a cuidado de él, siempre que dejarle algo de comida y permitirle vivir con ella cuenten cómo cuidados. Pobre miserable mujer.
No debía pasar de los 30, pero Susana, Susi, ya tocaba fondo.
Su nana tenía un bonito y largo pelo negro, igual que el suyo, y una piel blanca como la leche, parecida, también, a la suya propia.
Susi una de los suyos, entremedias, "híbridos" entre humanos y... criaturas, criaturas como las que Sol usa, aunque él no las había visto nunca.Caminaba con la espalda torcida hacia delante y era practicamente esquelética. David podría claramente ver los huesos en sus finas piernas, las cuales parecían estar dobladas en un arco hacia afuera, si no fuese porque estaban totalmente cubiertas, como el resto de su cuerpo.
Quizá lo más interesante sobre Susi es su extraña "condición", como ella le llama.
Susana sufre de hafefobia, ella está aterrorizada del simple tacto y, a excepción de su cuello, hombros y cara, cualquier trozo de piel está completamente tapado por capas y capas de prendas.David y Susi se pueden parecer mucho, pero siempre habrá una fina línea que los distinga. Ella ya había perdido gran parte de su humanidad, tanto mental como física, hace mucho, mucho tiempo.
Él pensaba que para ser la mano derecha de Soleil no se le parecía mucho... en nada, se atrevería a afirmar.
-Díme - La voz de Susi interrumpió sus pensamientos una vez más - Cuando Sol llegue no quiero que encuentre ni una ventana abierta ni una pared blanca. ¿Por favor?
David se irguió, manos en la espalda y dedos cruzados.
Una traviesa sonrisa tomó forma en su rostro.
-Lo prometo.
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Aquel lugar en concreto.
Mystery / ThrillerDavid Bennet es un niño normal. O lo era. Aunque quizás nunca lo fue. ¿Es él siquiera el protagonista de esta historia?