-Hola. -musito el infante con su dulce y aguda voz de niño pequeño. Para su sorpresa, no hubo respuesta alguna de vida.
David Bennet era un chaval bajo, delgado, cuya piel tenia una tonalidad lechosa. Sus ojos eran enormes, y peculiarmente bellos, de los que el derecho atesoraba una hermosa pupila que tomo la maravillosa forma de un cronometro de bolsillo.
Su cara y cuerpo estaban cubiertos de millones de pequeños puntitos y su cabello rubio se hallaba vagamente teñido de un color violáceo.
Era casi demasiado perfecto como para ser real.
Sin embargo; apenas se podría apreciar su linda cara. Estaba oscuro, muy oscuro.
-Hola. -repitió levemente de nuevo.
Una de las criaturas se acerco a muchacho. Tenia la forma de un pequeño gato y este comenzó a hacerle caricias.
"¿donde estoy?"-pensaba Benet mientras extendía su temblorosa mano a aquella amigable sombra.
-¿Como te llamas?- pregunto sin conseguir una replica. -¡¿podría ponerte un nombre?!- alzo la voz entusiasmado para darse cuenta posteriormente de que esas cosas no poseian el don de la palabra.
-Entonces te llamare... -se paro por un momento y recordó la fecha- ¡te llamare domingo tres!
Aquel insólito pasillo parecía volverse cada vez mas oscuro.
A David no le gustaba la oscuridad.
Así que cogió al gatito entre sus brazo y comenzó a caminar.
Mala idea.
La figura empezó a atacar, seguida de todas las demás.
Él gritaba.
Nadie lo oía.
Las ratas devoraban sus piernas mientras los gatos mordían su cara. Pero el decidió que no acabaría de esa forma, no en aquel siniestro lugar.
Agarro a uno de los espectros del cuello. Por apenas unos segundos, Benet sintió el miedo corriendo por sus venas y alcanzaba a oír los latidos interminables del pobre "animal". Aquel horrible ruido que le hacia sentir culpable iba en aumento. Sin poder echarse ya atrás, poso su otra mano también; dispuesto a ejercer presión, cuando lo miro a la cara. La criatura tenia unos deslumbrantes ojos, que, quizás, pudieron provocar que el hermoso reloj que tenia por bola ocular se detuviese y paralizara ante tal majestuosidad.
Entonces, la presión surgió de sus manos.
La cabeza de aquella visión voló lejos, adentrándose en la oscuridad, mientras su cuerpo caía bruscamente al suelo, destrozando aun mas las viejas baldosa que lo componían. Hirviendo. Así fue como la sangre que emanaba aquella criatura ahora muerta, colapso contra la cara malherida del protagonista, dejándolo sin parte del pelo (facial por cierto) y provocandole una agonía y un terror que no son posibles de describir con solo palabras.
Allí se encontraba ahora, sentado y moribundo en aquel ahora caliente suelo
Gritando.
Solo.
En medio de la enorme oscuridad.
A David no le gustaba la oscuridad.
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Aquel lugar en concreto.
Mystery / ThrillerDavid Bennet es un niño normal. O lo era. Aunque quizás nunca lo fue. ¿Es él siquiera el protagonista de esta historia?