Primeras impresiones

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Era otra mañana normal en mi casa de campo a las afueras de la ciudad, apenas si el sol comenzaba a iluminar el día, había terminado hace poco mi trabajo cuidando a la hija de un famoso actor estadounidense, trabajaba como guardaespaldas juvenil, eventualmente hijas e hijos de famosos o de algún millonario con ansias de control sobre su familia, desde hace un par de años, ya podía haberme retirado del negocio, puesto que mi paga era en verdad elevada, pero me gustaba más la idea de mantenerme ocupado, estar encerado en cuatro paredes, no era algo que me gustara, esa mañana, como todas las demás, había ido a ejercitarme, al regresar, me prepare algo de comer lo puse en la mesa del comedor y me senté, no podía decir que era un banquete pero había preparado un desayuno consistente.
Había terminado de desayunar cuando sonó mi celular, al contestar, era un político de importancia en el país, según me supo informar, mi misión era cuidar de su hija, la muchacha había tenido varios intentos de quitarse la vida y otros tantos habían querido secuestrarla, el político la necesitaba para casarla con un político de éxito y muy adinerado, los motivos para su preocupación no me eran del todo agradables aun así, tras lavar los platos de mi desayuno, me levante camino a un cuarto que usaba como armería, tome un par de armas de bajo calibre, las cuales guarde en una maleta junto con un par de cajas de munición, subí a mi cuarto y abriendo el armario tome varios ternos y camisas para mi estancia como guardaespaldas además de el traje y la camisa blanca que traía puesto junto con una corbata negra, salí de mi casa con tres enormes maletas y las guarde en mi auto, un Ford Mustang de color negro, asegure mi casa y subiendo al auto, tome carretera a casa de mi cliente.
No tarde mucho, demore tan solo un par de minutos gracias a que no hubo trafico, llegue a la casa del político y lo vi en la puerta, el hombre que me contrato, un sujeto maduro, con su cabello teñido por algunas canas, con su contextura rechoncha, digna de un político y a su hija, una joven de piel clara, tanto como si de la luna tratase la cual contrastaba perfecto con su cabello color azabache que iba hasta la mitad de su espalda, su cuerpo era delgado y pese a eso de curvas pronunciadas, estaba tomada de los brazos por dos enormes guardaespaldas mientras miraba al suelo, por completo en silencio, al verlos, baje del auto y quitándome las gafas acomode mi cabello peinándolo con mi mano mientras caminaba hacia ellos y estrechando la mano de aquel que me contrato me presente.

-Soy Estefan Janssen y soy el guardaespaldas personal que contrato para su hija, según tengo entendido, ¿mi trabajo sera las veinticuatro horas verdad?-

-Jeferson Mendoza, un placer, a entendido bien, quiero que cuide a mi hija las veinticuatro horas del día, la necesito con vida, pronto, se casara con un importante político, yo debo irme de viaje para una reunión internacional con varios funcionarios de gobierno, por eso lo e contratado, a su disposición esta todo el sistema de seguridad y la servidumbre-

-Preferiría que no haya tanta gente que vigilar pero esta bien, muchas gracias por su hospitalidad, su hija esta en buenas manos-

La muchacha solo levanto la vista, me miraba con ojos de odio, mientras se intentaba soltar de los guardaespaldas.

-¿porque me haces esto? !!te odio!!-

logro soltarse de los guardaespaldas para después correr hacia uno de los jardines desapareciendo por entre los arbustos, su padre se quedo inmóvil al ver la reacción de la muchacha, regreso a ver a uno de sus guardias para que la fuese a buscar, al ver que el enorme hombre salia a buscarla, tome su brazo deteniéndolo.

-déjeme hacer mi trabajo desde ahora, yo seré quien la vaya a buscar, usted puede irse tranquilo a su reunión-

Al escuchar lo que dije, el hombre enternado y de edad madura, dio una señal a uno de los guardias que salio en dirección a un auto aparcado a un costado de la mansión, este lo trajo a la entrada donde este subió para que después el auto arrancara en dirección a la salida, una vez el padre y sus guardaespaldas salieran de la propiedad y que la puerta de hierro se cerrara dejándonos a mi, un par de guardias y sirvientas junto con la muchacha en la mansión, mire a los lados durante un momento y fui por el camino que la muchacha había tomado, la estuve buscando un tiempo a través de los jardines, paso un buen rato hasta que la encontré llorando en un pequeño claro con un par de bancas que rodeaban una pileta de dos pisos.

La protegida (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora