En la mira

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Había pasado cerca de ocho días desde que llegue a la casa de los Mendoza, en el transcurso de la semana, fui conociendo de a poco las actitudes de mi protegida, los primeros días, mantuvo su tendencia suicida junto a su depresión, conforme pasaban los días, me permitió acercarme un poco mas a ella, poco a poco iba conociendo cual era su manera de pensar, así como las cosas que la mantenían estable.

Era la mañana del día domingo, me había levantado cerca de las cuatro y media de la mañana debido a lo caluroso del clima, aproveche el que mi protegida durmiera para ir a trotar, tras desbloquear las puertas salí, empecé recorriendo el patio delantero, fui hasta el invernadero del hala oeste de la casa, pase al patio trasero recorriendo uno a uno sus jardines, los claros e incluso dando un par de vueltas a la piscina, al llegar al hala este, vi un cobertizo que no me había dado el tiempo de revisar, detuve mi carrera y tras recuperar el aire, me acerque, el lugar traía puesto un candado, apenas pude abrirlo entre en el, estaba lleno de herramientas, un par de redes para la pequeña cancha multi-juegos del patio frontal, tras ellos unos implementos que parecían de pesca y varias fotos de la madre de Karina, con ella y su padre junto a un lago, había encontrado lo que necesitaba, una manera para conseguir su amistad, algo que sabia le gustaba, igual o aun mas que la cocina, la cual había descubierto hace poco, tome las cañas y los sombreros decorados con varios tipos de anzuelo y regrese a la casa, al volver ya eran cerca de las cinco y cuarenta de la madrugada, por lo que fui hasta el cuarto de la muchacha y golpee la puerta.

-Karina, despierta tengo una idea para hoy-

Me quede de pie en el pasillo, arrimado a la pared que quedaba contraria a la puerta esperando a que Karina abriese, normalmente tardaba un par de minutos, secaba un poco el sudor que descendía por mi cuello debido al ejercicio que había estado haciendo, hasta que la escuche abrir la puerta, traía su cabello despeinado y  su rostro se tensaba tratando de mantener sus ojos abiertos, estaba cubierta apenas por un vestido de tela gruesa que iba hasta la mitad de sus muslos.

-¿no te da cargo de conciencia el despertar a alguien tan temprano por la mañana?, ¿que quieres?, puedo jurar que sea lo que sea no fui yo-

-tranquila esta vez vengo en son de paz, te venía a ofrecer un paseo a la montaña, pensé que podría gustarte ir de pesca-

Al oír mi propósito parecía haberse despertando casi instantáneamente, brindandome una sonrisa.

-por supuesto, me encanta pescar, vamos, ¿que esperas?-

-bueno, no soy un experto en esas cosas, pero, supongo que pescar debe ser difícil en un camisón de dormir ¿verdad?-

Su rostro se cubrió al instante de un leve rubor, para después, mirarse de pies a cabeza y cubrir el escote del camisón con una mano y la base del mismo con la otra, mientras entraba de nuevo al cuarto poniéndose tras la puerta y sacando solo su cabeza, que concentro su furiosa mirada en mi.

-¡pervertido!, ¿Porque no empezaste por eso?, pude haberme cubierto, vez que si eres un bobo-

-lo siento, pero bueno yo jo soy la que quería ir así al lago-

-solo ve a cambiarte, no quiero pasar el día con alguien oloroso a sudor, y menos si debemos ir en auto-

-lo se, solo que pensé que en vista que mañana entras a estudiar de nuevo, no te vendría mal relajarte, en fin te espero en 30 minutos en la estancia-

Asintió con la cabeza, para después cerrar la puerta de un golpe, solté una risa apenas sentí el portazo, fui a mi habitación, la silueta de Karina cursó por el monitor, al parecer se dirigía hacia el baño de su habitación, mientras, en mi cuarto, tuve la misma idea,  entre al baño dejando mi cuerpo marcado por el ejercicio y arduo entrenamiento como guardaespaldas sin ropa antes de entrar a la ducha de agua caliente, que llenaba de vapor el cuarto de baño, mientras en la pantalla, principal de seguro se podía ver un escenario similar, pero, con la delineada figura de mi protegida, su cabello humedecido y prominentes curvas. Antes de salir de la ducha, deje que me cayera un poco de agua fría, para relajar así mis músculos, tras secarme con una de las toallas, me puse unos jeans azules bastante apretados junto con una camiseta negra señida al cuerpo, una chamarra de cuero y mis gafas de sol, salí hacia la cocina, para tomar algunas botanas y algo de comida que podríamos preparar allá, fui hasta la sala de estar para esperarla, mientras, guardaba todo en una maleta, terminaba de guardar las cosas, cuando vi su silueta bajar por la escalinata, se veía hermosa, traía un vestido blanco sin mangas, de lunares rojos cuyo vuelo caía por debajo de la rodilla, unos zapatos deportivos negros no muy grandes, y un sombrero de paja con una cinta, roja, te mire con una sonrisa admirado por lo bien que se veía mientras bajabas las gradas, hasta que su voz, en ese momento llena de energía, me devolvió a la realidad.

La protegida (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora