El baile

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Habían pasado ya dos días desde que el padre de Karina llego a la casa, las cosas se están poniendo en verdad tensas, su padre al parecer la odia con todas las letras de esa palabra y ella no lo soporta, apenas si podemos vernos un momento a solas gracias a todo el movimiento que hay en la casa y para agravar aun más la situación, aquel maldito con el que Jeferson intenta casar a su hija la viene a ver a diario, pese a que ella lo evita a cada segundo, el tipo es todo un adefesio andante, incluso a mi me causa cierta repulsión, no quiero ni imaginarme lo que siente mi amada cada que lo tiene cerca.

Esa mañana la casa estaba mas activa que de costumbre, toda la servidumbre se preparaba para el baile que el político pensaba ofrecer, la seguridad también se encargaba de lo suyo, mientras yo esperaba que Karina despertara, estaba en mi cuarto esperando que me llegara un mensaje de su parte, mientras vigilaba toda la casa, hable con una de las cocineras para que subieran un desayuno y al parecer por lo que me dejaba ver la cámara de vigilancia ya lo estaba preparando, eran cerca de las 8 de la mañana, y mi amada seguía dormida, en parte me sentía culpable, la noche anterior estuvimos chateando varias horas, a mi mismo me había costado levantarme esa mañana, entonces un mensaje hizo vibrar mi celular.
*espero mi beso de buenos días*
Me levante de la cama y cubriendo todas las cámaras salí hasta la habitación de mi amada, golpee con suavidad la puerta y entre sin decir nada hasta cerrarla.

-buenos días amor, ¿como estas?, eres una dormilona, ¿lo sabias?-

Me acerque a ella tomándola delicadamente de la nuca para darle un beso bastante intenso, apenas contacte sus labios, ya tenia mi cuello rodeado por sus brazos, me encantaban esos besos, y los alargaba lo más posible, pero, de momento era muy peligroso, me separe con una sonrisa mientras con mi mano acariciaba su mejilla, antes de sentarme en la silla del escritorio.

-si mal no recuerdo, el que no me dejo dormir ayer, fue cierto guardaespaldas que no quería le deje de escribir, ¿verdad?-

-esta bien, esta bien, soy culpable de eso, ya no te escribiré entonces-

Gire mi cara hacia la puerta fingiendo estar resentido, justo cuando tocaron la puerta, era la cocinera a la que le había encargado el desayuno, abrí la puerta recibiendo la bandeja y dejándola en tu escritorio, para después salir con mi tasa de café en la mano, comentándole a la sirvienta lo difícil que era despertarte, una vez que esta desapareció al bajar las escaleras, volví a entrar, cerrando esta vez con seguro para evitarnos problemas.

-así que, ¿soy una roca al dormir?- me miraba tratando de fingir enojo mientras una sonrisa se le escapaba de los labios.

-vamos, sabes que necesitaba una excusa, por otra parte, es dificil despertarte, no puedes negarlo-

-no lo hago, pero había mejores comparaciones, pirque no un Koala, se supone duermen todo el día-

-bueno, supongo que si pequeña Koala, además es hasta un buen apodo, desde ahora te llamare así-

-¿porque te tuve que dar esa idea?, esta bien, puedes llamarme así, solo si te portas bien-

Solté una carcajada al escuchar esa condición, mientras, tomaba la bandeja de tu desayuno y te la entregaba.

-mejor desayuna, ya te hace falta- solté una carcajada poco antes de darte un fugas beso -regreso por ti en media hora, te quiero lista para ir a comprar tu vestido de esta noche tal como a dispuesto tu padre, y antes de que digas nada, también te tengo una sorpresa-

Solo asintió ante lo que dije, con una gran sonrisa para después empezar a comer el desayuno que le habían preparado, mientras tanto, yo aproveche para bajar a la cocina por un poco de fruta, y revisar la lista de invitados, nadie fuera de lo común ni tampoco algún enemigo de la familia, todo parecía en verdad bien estructurado, la casa pecaba de limpieza, no había ni una sola mota de polvo en todo el lugar, lo habían adornado todo con flores otros tantos arreglo entonces un mensaje.
*ya estoy lista, prepara el carro*
Guarde de nuevo el celular, mientras, iba de camino al garaje, tome el mustang y subiendo en el lo lleve hasta la puerta, en ella ya estaba Karina esperando, con una camiseta pegada al cuerpo y unos jeans subió al auto después de lo cual arranque, tomando el camino que llevaba al centro comercial.
Ya sin el peso de toda la gente que de momento recorría la casa, el ambiente era más que agradable, los acordes musicales y el tacto de su mano al acariciar la mía era la perfección, acelere un poco más el carro, aprovechando lo despejada que estaba la avenida mientras la miraba de reojo.

La protegida (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora