Capítulo 10: El día que los conocí.

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Nos encaminábamos hacia Algeciras para conocer a mis abuelos y darles la noticia de que seguía viva. Íbamos en el coche y de repente se puso una canción de mi madre:
-Párala por favor-. Me decía roja como un tomate.
-No, sé que faltaron razones... te toca-. Le dije yo.
-La cantamos si la paras-. Me dijo ella aún más roja. Yo como soy una cabrona subí el volumen.
-Tú dices blanco yo digo negro-. Cantaba.

*Narra Malú*
Iba en el coche conduciendo y puso mi canción a todo volumen. La verdad que me hacía mucha ilusión haber encontrado por fin a mi pequeña. De repente cuando me di la vuelta y miré hacia donde estaba se había quedado dormida. La verdad que se nos habían hecho las 11 de la noche cuando llegamos. La cogí en brazos y me abrazó por el cuello. Le di un beso a mis padres y les dije:
-Mamá papá, nos vamos a dormir que estamos reventadas.
-Vale hija-. Dijeron los dos a la vez.

Aún no sabían que era mi hija pero estaba ansiosa que lo supieran. La tumbé en la cama le quité la ropa despacio y le puse su pijama el que tanto le gustaba a ella que salía yo por cierto. Me abracé a ella y nos dormimos así. Ella en mi pecho como siempre y yo abrazándola. Esto era un sueño hecho realidad...

*Narra Andrea*
-No por favor iros, por favor. Mami no por favor no os la llevéis-. Gritaba entre sueños.
-Mi niña ha sido una pesadilla, ya pasó mi chiquitina-. Me dijo mi mami calmándome.

Cuando desperté llevaba el pijama puesto, ya sabía quien me lo había puesto y que vergüenza. Aún estaba dormida así que decidí poner la tele un rato en voz bajita, ya que sus padres también estaban dormidos.

Cuando se despertó fuimos a desayunar:
-Mami, ¿cuándo se lo vas a decir?
-En la comida pequeña.
-Vale.

Desayunamos y fuimos a ver a los animales. Había una perra muy gorda que parecía estar en estado. Cuando nos quisimos dar cuenta ya era la hora de comer y nos llamó mi abuela , era la hora de decirles la verdad mis nervios aumentaron y mi madre me cogió la mano por debajo de la mesa:
-Mamá papá, os queremos contar algo-. Dijó mi madre muy dispuesta.
-Dinos cariño-. Dijeron los dos a la vez prestando mucha atención.
-Ya sé que no conocéis a esta chiquilla para nada, pero ella me lo ha dado todo además es mi hija. Cuando fuimos a ver la tumba no había cuerpo nos hicimos las pruebas de adn y por fin es mi niña la que yo tanto busqué-. A mi madre se le saltaron las lágrimas y me apretó fuertemente la mano.
-¿Nuestra nieta? ¿La qué tanto buscamos?-. Dijeron a la vez.
-Sí soy yo abuelos-. Dije esta vez yo, me tiré a sus brazos para abrazarlos y me dije a mí misma "por fin los conozco".

Cuando ya nos íbamos para mi sorpresa me encantan los caballos y mi abuelo me quiso hacer un regalo muy especial:
-Ven pequeña, tengo algo para ti-. Dijo mi abuelo.

Cuando lo vi no me lo podía creer para mi sorpresa me habían regalado un caballo además era un bebé aún, no sabía ni caminar:
-Ay va chaval un caballo, y encima un bebé me encanta, lo llamaré Conguito-. Ya que era marrón le puse ese nombre.
-¿Y ahora dónde metemos a este bicho?-. Dijo mi madre riéndose.

Mi abuelo nos regaló el transporte que se lleva en el coche para el caballo.

Cuando ya por fin nos encaminamos a Madrid, para mi grata sorpresa paramos en una tienda de animales:
-¿Qué hacemos aquí mami?-. Le dije curiosa.
-Ven-. Me dijo ella con una gran sonrisa.
-Malú pase por aquí, ¿le gusta este?-. Dijo la de la tienda.
-No me lo puedo creer, ¿enserio me vas a regalar un Guacamayo?-. Era mi animal favorito aparte de los akita japoneses y los san bernardos.
-¡Sí!-. Dijo ella muy segura-. A mí me gusta el de aquí, ¿cuál te gusta a ti?
-A mí me gusta el papillero, ese ya es muy mayor. Mami los prefieres viejos o qué-. Le dije riéndome.

Cogimos el Guacamayo papillero, se les llaman así porque son unos bebés. Y fuimos a otra parte de la tienda donde habían perros:
-Mami me gustan estos dos-. Dije porque el akita era macho y el san bernardo hembra-. ¿Porfi nos lo llevamos?
-¿A qué hemos venido si no? Pero eh, te encargas tú de ellos. Yo más bichos no quiero.

Para mi sorpresa había un cerdo y la convencí también. Ya tenía los nombres puestos a cada uno. Y para mi grata sorpresa mi madre había comprado un campo cerca de casa, iban a estar muy bien allí. Aunque a mis perros me los llevaba a mi casa y a mi Lory igual mi Lory era mi Guacamayo papillero.

Al día siguiente fui al campo a darles de comer a Babel y a Conguito. Babel era mi cerdo. Me encantaban mis animales. Eran muy bonitos. El Akita se llamaba Hachiko, el San Bernardo Perla, el cerdo Babel, el Guacamayo Lory y el caballo Conguito. Era una amante de los animales.

A la tarde cuando volví a casa me encontraba muy mareada y con muchos vómitos...
Continuará...

Malú Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora