Empezaba a sentir un fuerte calambre y cada vez le costaba más mantener el paso.
-¡Detente ahí, maldita sea!
Se sentía acorralada. Estaba acorralada. Hacía calor, no obstante llevaba puesto un bordado de lana que le hervía el cuerpo como si fuera de cuero.
-¡Detente por favor, Krista!
Sasha no iba a darse por vencida, llevaba cuatro kilómetros desde la escuela persiguiéndola. Historia había cambiado su rumbo tomando una dirección contraria a la que llevaba a su barrio. Sobre todas las cosas, aún seguía protegiendo a Jean. Pero, ¿por qué demonios estaba corriendo? ¿Qué tenía que ver ella en todo eso? Sin darse cuenta, el paisaje de casas bajas con jardines cambió radicalmente a uno de blocks grises y graffiteados, viejos edificios de tres o cuatro pisos, tan deteriorados que nunca distinguirías si están habitados o abandonados. Se encontraba desorientada. Sasha finalmente la alcanzó.
Bruscamente, Sasha la giró del hombro para una "charla" cara a cara. Primero, ambas debían recuperar el aire, estaban muy agitadas.
-Escúpelo -Dijo la perseguidora agotada entre gemidos.
-¿De qué demonios hablas? -Vaciló Historia, buscando tiempo para pensar mejor la situación.
- Dios, estoy tan sudada...
-Olvídalo, Sasha, no sé de qué demonios hablan todos ustedes. Debo irme a casa -Dijo la pequeña rubia dispuesta a marcharse, pero su amiga la tomó con fuerza de la muñeca.
-No te irás de aquí hasta que me digas todo lo que sabes, Krista. Habla de una maldita vez.
Sasha finalmente calló derrotada al piso, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Ante la situación, Historia consideró que era el momento ideal para fugarse, pero Sasha aún no había terminado.
-¡Lo sabes todo, verdad! -Historia se quedó paralizada -Lo sabes todo. Reiner lo vio entrar a tu casa la otra noche. Lo recibiste con total normalidad. Son amigos desde hace años y por eso te pones de su lado. Él... él es un monstruo, ¿no entiendes eso, Krista?
Jean e Historia fueron vecinos casi toda su vida, y al igual que el muchacho, todo lo que en su vida conoció fue necesidad. No sólo económica, sino también de afecto. Cuando Historia tenía apenas siete años, su madre decidió abandonarla y dejarla a cargo de sus abuelos. Había conocido un nuevo hombre, un tal Erik, profesor suizo de ciencias de un prestigioso colegio de dios sabe dónde, y había decidido casarse y empezar una nueva vida con él dejando todo atrás. Todo, incluso su propia hija. Luego de esto, Historia sólo recordaba tristeza y un vacío enorme. Sus abuelos eran buenos con ella; jamás la habían maltratado, pero de hecho, jamás la trataban en lo absoluto. La joven niña se sentía invisible tanto en el colegio como en su propia casa. Casa que desde la partida de su madre, se había afeado severamente. Historia ya no recordaba lo que era dormir en una habitación sin olor a humedad o como se veía una pared colorida. Pero entre tanta soledad, hubo un rayo de luz, un flotador que no te saca del mar pero tampoco deja que te hundas: aquellas tardes eternas que pasaba jugando con el niño de al lado, Jean. Él la había sacado de los momentos más turbios, la había hecho sentir como un ser vivo otra vez, había despertado en ella la imaginación y la curiosidad por la aventura. ¿Cómo podían ser ciertas todas esas cosas que se hablaban de él? ¡No las creería nunca ni aunque salieran de su propia boca!
Sasha continuaba en el suelo, rogando, rogando porque Historia dijese algo. Luego, el ruego se convirtió en exigencia.
-Todo eso que Bertholdt dice son puras especulaciones -Respondió Historia por fin -Recuerda que todo fue idea tuya desde un principio -. El comentario sólo le hizo arder más la sangre a Sasha quien se levantó como un demonio para abofetear a Historia. El eco del golpe resonó por todos los edificios. La joven rubia apenas sintió como si le hubiesen apoyado un metal hirviendo en la mejilla, sólo unos segundos, pero con un dolor agudo. La bofetada era poco y le siguieron una catarata de insultos. Historia no podía creer la cantidad de barbaridades que salían de la boca de quien hasta hacía una hora, era su amiga. Insatisfecha, Sasha volvió a levantar la mano. Estaba poseída. Toda esa frustración la había cegado para ser descargada sobre la pobre Historia, que sólo pudo cubrirse con los brazos, apretar los dientes y cerrar los ojos, aguardando un segundo golpe que nunca llegó. Cuando abrió los ojos, Ymir tenía a Sasha sujetada de los brazos, con una expresión todavía más aterradora que la de la chica patata.
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Los peces que no nadan
FanfictionAU donde Jean y Marco son dos estudiantes que ya no consiguen hallarle encanto a la vida, ni siquiera estando juntos, por lo cual deciden ponerle punto final en un pacto suicida tan noble como puede llegar a ser. -Historia no lineal-