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-¡Qué tarde es! - grito como una loca.
- Hija que llegaremos tarde, te he llamado cincuenta veces, ¡baja ya! - grita mi madre.
Ha llegado el día, ¡nos vamos de crucero! - pienso.

Llegamos a la facturación de las maletas o como se llame, yyyyyyyy....
Estamos dentro, de la habitación.
Mi cara en estos momentos, es de decepción.
El paisaje en estos momentos es: una cama minúscula de matrimonio, un baño de 1 metro quadrado, una mesa con una tele de la época de yo que sé y un armario que no cabe ni mi ropa. P.D.: una puerta misteriosa.
Mi madre nada sorprendida por lo que se ve dice:
- Esta habitación es mía y de tu padre, vosotras tenéis la de al lado que es completamente igual - explica.
- ¡Qué!, ¿tendré que compartir habitación con Laura? - digo nerviosa.
- Si - dice mi madre contenta - al menos tenemos dos habitaciones hija, no te cejes tanto y tira para allá.

Unas vacaciones para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora