Society sucks. 4. Myself. [Toby]

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Abrí las pesadas puertas blancas de mi armario y empecé a rebuscar como un loco por el interior, apartando toda la ropa que había doblada, camisetas formales, pantalones de estar por casa o de salir, bufandas, el pijama, mantas...un largo etcétera de cosas infinitas que ni yo mismo sabía que había en el interior de mi armario, aquello parecía un sin fin. Todo salía disparado para caer en mi cama, en el suelo, o, incluso, algunas prendas colgaban de las repletas estanterías de libros que decoraban mi sosa pared color verde pistacho. Lo más gracioso de esto, es que no sé qué es lo que busco exactamente, pero sé que busco algo, a la misma vez visualizo mi objetivo, pero al mismo tiempo no veo nada, veo negro, recuerdos borrosos. 

—¡GUALÁ! —exclamé en voz alta mientras sacaba una caja de un color amarillo claro, juraría que un poco más claro y podría ver a través de él—. Esto es lo que buscaba —estaba decorada de fotos mías de pequeño, fotos de ella, se me puso mal cuerpo, y frases, frases bonitas, letras de canciones, coranzoncitos, algún que otro "te quiero", un par de "para siempre"—. Mentiras... —dejé la caja con cuidado encima de mi cama y cogí de un solo brazado todas las cosas que había tirado anteriormente y lo volví a meter de mala manera en mi armario, todo hecho una pelota. Recé para que mi madre no viese tal desastre, me mataría, sin pensarlo dos veces, sin pensarlo de hecho, cogería la escoba y me daría un golpetazo en las costillas. Tragué fuertemente saliva. Me lancé en mi cama, por pocas me caigo al otro lado. Me posicioné adecuadamente y acerqué la caja a mí y la abrí cuidadosamente, como si tuviese miedo del interior, en parte era así, tenía miedo a volver a recordar todos aquellos momentos, que llegué a creer y luego entendí, mentiras, viví en una burbuja de mentiras todo el tiempo y no me di cuenta, jugó conmigo sin yo saberlo, sin yo saber a qué jugábamos, sin saber cuáles eran las reglas, reglas que claro, luego eran obvias, "la persona que juega contigo puede dañarte, tú no puedes dañarla." En el interior había todo lo que dejé, regalos que ella me mandó, regalos de "te quiero mucho, siento lo que te he hecho" cuando realmente eran regalos de "olvídame, no quiero quedar como la mala de la historia". Cartas, algún peluche, dibujitos, un libro, y una camiseta negra, una camiseta de "Skins" mi serie favorita, la cogí y la desdoblé, la contemplé con ojos de admiración—. Oh Dios, adoro esta camiseta, lástima que venga de donde viene, lástima que forme parte de lo que quiero olvidar —doblé la camiseta con cuidado, metí las cosas devuelta en la caja y por último la camiseta, la contemplé y cerré la caja—. Es hora de deshacerse de esto, no puedo seguir con esto en el interior de mi armario —hablaba solo, pero, a la vez hablaba con mi otro "yo" esa persona que conoces mejor que nadie pero a la misma vez es un completo desconocido para tí, hablaba conmigo mismo.

Salí de mi habitación y cerré la puerta con cuidado, siempre lo hacía, el póster que tenía pegado en ella de "Pretty Little Liars" corría peligro si daba un portazo, no quería eso, no. 

Mis padres no estaban en casa, los viernes se van a trabajar justo a la hora en la que llego a casa, así pues aproveché para comer sólamente un sandwich de jamón york con una fina loncha de queso. Mientras le pegaba cuidadosos bocados al sandwich, que estaba tremendamente delicioso, cogí mi mochila que dejé momentos antes cuando entré a casa, volví de nuevo a mi habitación, abrí la mochila con un ligero movimiento de muñeca y vacié su interior en mi cama, bueno, había poco en ella, mi estuche negro con firmas y dibujos raros creados por el Don del aburrimiento que la clase de matemáticas me trasmitía, una libreta y un par de libros, no me paré tan siquiera en dejar las cosas ordenadas, cogí la caja y la metí dentro de mi mochila, la cual volvía  cerrar, esta vez me costó un poco más, la caja era más grande de lo que esperaba, tuve que obligarme a dejar un hueco sin cerrar o la mochila explotaría.

—Soy un perfecto "chef" —dije dando el último bocado a mi pequeño sandwich, como me decía mi madre "no necesitas abuela para ponerte medallas" y acto seguido decía "eso es lo que más me gusta de tí, siempre estás contento contigo mismo."

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