Society sucks. 7. Please don't go away, I need you now... [Chris y Anna] FINAL.

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Chris

Conecto mis pequeños altavoces de mano a mi viejo reproductor de MP3 y navego por mi interminable lista de canciones, busco una sola canción en concreto. Escucho todo tipo de música, desde pop hasta heavy metal, dependiendo de mi estado emocional, aunque, por lo general suelo escuchar ese tipo de canciones que a otro cualquiera les puede resultar demasiado tristes, canciones que te destrozan la vida, que te acercan al suicidio, y mi realidad es que sí, así vivo yo, bailando constantemente sobre el estrecho borde que separa la vida de la muerte, acariciando las suaves manos del suicidio, que cada vez me seducen más, acercándome poco a poco a su ser, a su mundo, me susurran al oído con una voz hipnotizante, siniestra, dulce, cálida, fría, triste, desgarradora, desesperada, "ven conmigo, yo jamás te abandonaré" me estremecía cada vez que escuchaba aquellas palabras, pero me interesaban, me convencían cada vez más, "lo haré" contestaba yo.

Al fin encontré la canción, Breathe me  de Sia, me rompía el alma esta canción, me hacía, y me hace sentir débil, frágil, rota.

Le di al play y dejé caer mi suave y rosada bata de lana al suelo, dejando al descubierto mi desnudo cuerpo, mi cuerpo perfectamente imperfecto. Me miré mis muñecas, marcadas por cientos de recuerdos, y miré mi largo corte vertical, esa marca, ese recuerdo fue un jodido desastre, por fin estuve realmente cerca del suicidio, me tendió su mano y yo la agarré, dejándome llevar por él, y cada vez me adentraba más, tenía miedo, pero quería más, era una sensación realmente reconfortedora, dejé de sentir todo a sentir nada, cada vez me alejaba más del puto mundo en el cual vivo. "No estás preparada aún" dijo otra voz, asquerosa y sucia, y me desperté, en el hospital.

Me metí en la bañera, llena de agua caliente, todo era romántico, perfecto. Alargué el brazo y aumenté el volumen considerablemente, estaba relajada, segura.

—¡Baja el puto volumen! —alguien aporreaba la puerta del cuarto de baño mientras gritaba que bajase el volumen una y otra vez, era mi padre, esa horrenda bestia—. ¿Me has escuchado? ¡que lo bajes hostia puta! —no lo iba a hacer, ahora puse el volumen al máximo, mi padre tenía jaqueca, era un puto borracho y drogadicto, que se joda, para cuando vengan los vecinos a quejarse, pidiendo que quitase la música, amenazando con llamar a la policía, para cuando eso pasase, yo ya no estaré aquí, estaré paseando de la mano con el suicidio mientras me muestra mi nuevo mundo, lleno de almas frágiles, rotas y débiles como yo, almas que no eran dignas de estar en un mundo como el que dejábamos. Cogí a mi fiel amiga, la cuchilla, e hice dos cortes horizontales, uno en cada muñeca. La sangre tiñó el agua de rojo en cuestión de segundos. Morir desangrada era un total aburrimiento, la espera iba a ser demasiado larga, por ello tenía un bote con fuertes calmantes, calmantes que provocarán mi profundo y perfecto sueño. Quité el blanco tapón del bote y lo dejé cuidadosamente en el borde de la bañera, puse 7 pastillas en mi mano, estaba dispuesta a hacerlo.

"No lo hagas, no nos dejes, por favor, no lo hagas" esta vez las voces eran diferentes, las reconocí al instante, eran las voces de Adam, Anna y Toby, que repetían lo mismo una y otra vez, al unisono. Tiré las pastillas al agua y eché a llorar, estaba siendo una puta egoísta, ahí fuera tengo personas las cuales se preocupan por mí y yo les pago con mi ausencia, soy una egoísta. Salí de la bañera y me limpié las muñecas con agua del grifo, para ponerme unas gasas, vacié la bañera y limpié los escandalosos rastros de sangre.

—¡He dicho que quites la puta música! —los golpes en la puerta eran cada vez más fuertes, temía que la puerta cayese abajo, pero no temía que viese la sangre o mis muñecas, temía que volviese a tocarme.

—¡Ya voy! —estaba enfadada, conmigo misma, con él, con todo, no quería dejar a Adam, ni a Toby ni a Anna, pero vivir aquella situación una y otra vez es superior a mí. Bajé el volumen.

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