A veces las personas, cuando son heridas emocional y psicológicamente, tienden a desarrollar un sistema de auto-protección, un sistema defensivo para futuras agresiones verbales, es algo, como por así decirlo la bolsa de una aspiradora antigua, recoge todo el polvo que haya por su camino y se va llenando, pero llega el momento que la bolsa está repleta de suciedad y queda por tanto inservible, pues ese escudo que algunos son capaces de "crear" funcionan exactamente igual, uno soporta y recoge toda la mierda que le van echando en el camino, y lo acepta, sin sufrir, pero cada vez su capacidad de aguantar va a peor cada vez, y llega un momento, que al igual que la bolsa de la aspiradora, la persona queda totalmente inservible, pero uno persona no es una bolsa, por raro que parezca en ocasiones, no podemos levantar la tapa del cubo de basura y tirar ahí a la persona, claro, hablamos de una persona todavía viva y entera físicamente, por lo tanto, ¿qué pasa con esas personas que han quedado inservibles? Bien, algunas de ellas no acaban en un triste y sucio cubo de basura, pero sí en un ataúd o en una vasija, depende del gusto familiar, otras por tanto no acaban ni en la basura ni bajo tierra o encima de un mueble en una esquina de la que era tu casa, sino que esas personas cambian, se convierten en "cosas" vacías, carecen de sentimientos y caen en los susurros del vacío.
"—¡Egoísta! Eso es lo que has sido todo este jodido tiempo, sólo has pensado en tí, en tí y sólo en tí, no has sido capaz de pensar en los demás, en mí —caí de rodillas en la húmeda hierba y golpeé el suelo repetidas veces con los puños, una y otra vez hasta que los nudillos quedaron en carne viva y finos hilos de sangre recorrían mis largos dedos hasta tocar la fresca hierba masacrada—. ¡Te odio! ¡Apestas! y...sobretodo te quiero."