Era un día de lluvia, en mi ciudad llueve más de la mitad del año, supongo que eso me gustaba. Iba caminando hacia la esquina para tomar el autobús, como todas las mañanas. Odiaba ir a la escuela, me parecía estúpido, y lo peor era tener que verles las caras a las que antes se hacían llamar tus mejores amigas, eso era incluso más estúpido.Me subí al autobús y me senté en la penúltima fila, como siempre, sola.
Siempre que llegaba al colegio era igual. Entraba a mi curso, me sentaba, nadie nunca se fijaba en mi existencia, supongo que así era mejor. Una de las pocas cosas que alegraba mis días en la escuela era saber que en los recreos iría a la biblioteca, la bibliotecaria era una de las mejores personas que conocí en mi vida.
Yo describía la biblioteca como mi lugar de paz y relajación en el mundo, nunca había nadie y el silencio de ese lugar lo era todo. No era un lugar muy grande pero era lo suficiente como para sentirte completo. Siempre me sentaba en uno de los sillones ubicados en lo más recóndito del lugar. Amaba esa biblioteca.
Era otro día de lluvia en esta estúpida ciudad. Otra vez seguir la maldita rutina de ir al colegio. Odiaba ese lugar con todo mi ser. Mis "amigos", aunque prefiero llamarlos falsos, eran otra cosa que odiaba. Este día fue el peor en los últimos dos meses. Cuando llegó el recreo decidí salir del curso en busca de algún lugar para leer en paz. Encontré un cartel que decía "biblioteca" ¿Cómo pude no haberlo visto antes?
Entré, me sorprendió que no había nadie, creo que los jóvenes deberían leer más a ver si dejan de ser tan inútiles. Me presenté a la bibliotecaria, debo decir que se sorprendió de que vaya alguien a leer. El olor de las bibliotecas es genial, debo admitirlo. No podía creer que un lugar tan lindo pudiera estar en ese estúpido colegio.
Cuando me quise sentar en algún lugar vi unos sillones, que parecían súper cómodos, en una parte medio escondida. Me acerqué. Y vi que había alguien sentado, nunca me había esperado menos encontrar a alguien. Me alejé y me senté en una mesa de por allí.
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En la misma soledad.
RandomSon polos opuestos a simple vista, no se conocían hasta que se encontraron en la biblioteca. De a poco se dan cuenta de que comparten muchas cosas, entre ellas el peso de la misma soledad.