Era el primer día de clase, y Pablo estaba nervioso porque era un colegio distinto, ya que sus padres encontraron trabajo en aquella ciudad. Tenía un perro, llamado Chiqui. Chiqui era un perro mágico, podía hablar, así que daba consejos a Pablo.
- ¡Estoy muy nervioso! ¿Y si nadie quiere ser mi amigo?
- Tranqui, colegui. Yo siempre estaré contigo, tronco.
Pablo sonrió y se preparó para ir al primer día de clase de ese colegio que Pablo pensaba que era tan raro.
Cuando llegó, Pablo se sintió muy incómodo, todo el mundo le miraba. En la presentación ya le dijeron cual era su clase. Le tocó 3ºA, su profesor era José Manuel. Un chico llamado Víctor, se fue a conocer a Pablo. Víctor era alto, tenía los ojos marrones y el pelo moreno. Al parecer, Víctor parecía muy majo.
En seguida, Víctor y Pablo se hicieron muy amigos. Tocó la sirena para irse a casa. Cuando Pablo llegó a casa, fue corriendo a su habitación a buscar a Chiqui, para contarle muchas cosas.
-¡He hecho un gran amigo, Chiqui!
-¿A si...? ¿Y cómo se llama?
-Se llama Víctor, ha sido el único capaz de acercarse a mí.
Pablo contento, se fue a escribir a su diario, que siempre escribía todas las noches.
Querido diario:
Hoy ha sido mi primer día de clase. He conocido a mi mejor amigo, Víctor. Aunque eche de menos a mis antiguos amigos, Chiqui me ha dado un buen consejo y es:
"Mira siempre para delante y nunca para atrás."
Así que mañana te seguiré escribiendo, que ahora me tengo que ir a la cama.
Buenas noches, mi amigo diario.