Pablo bajó corriendo las escaleras, llevaba a sus espaldas su mochila del Real Madrid, su equipo favorito, dentro de la mochila, se encontraba Chiqui, pero nadie sabía que él estaba allí, únicamente lo sabía Pablo.
Cuando ya estaba en el patio, Pablo se fue donde estaba Víctor, él estaba hablando con aquel niño de 5º:
- ¿Por qué queréis jugar contra nosotros, si sabéis que vais a perder? Es más, no tenéis a los once jugadores...
Víctor no tenía palabras, su mente se le había quedado en blanco.
Rápidamente, Pablo supo qué hacer ese momento, y le dijo:
- ¡No tan rápido! Nuestro último jugador está aquí mismo.
- ¿Me tomas por tonto, niñato?, Le dijo el chaval.
- ¡Por supuesto que no! Solo digo la verdad.
- ¿Entonces ese jugador es aquel árbol? Ja, ja, ja. No me hagas reír.
- ¡Pues claro que no es ese!, Gritó Pablo muy entusiasmado.
- Vale, pues entonces dime quien es...
++++++++++++
Pablo y Víctor se miraron muy seriamente. Entonces, Pablo sacó de su mochila a Chiqui. Chiqui se sentía muy incómodo, porque vio que todos eran humanos, y él, un simple cachorro.
- ¿Un perro? ¿Ese es vuestro jugador?
- ¡Sí! ¿Pasa algo?
- ¿Qué si pasa algo, qué si pasa algo? Pues claro que pasa algo, es un simple perro.
- No es un simple perro. Dijo Víctor, intentando ayudar a su amigo.
- ¡Eso!
- ¿Y cómo me lo demuestras...?
Pablo miró a Chiqui y le dijo:
- Venga Chiqui, tú puedes... Confío en ti.
Chiqui intentó hablar, mas no pudo hacerlo. El chaval se empezó a reír con unas fuertes carcajadas. Chiqui no pudo ver pasar esa vergüenza a su amo:
- ¡Claro que se hablar!
Chilló Chiqui con su aguda voz. El chaval se quedó boquiabierto al ver hablar a Chiqui, y se marchó. Eso significaba una sola cosa, y Víctor, Pablo y Chiqui lo sabían.