Era el gran día, (por si alguno no se acuerda, el día del partido) y Pablo estaba muy nervioso, porque si perdía se reirían de él, y eso a él no le gustaba. Desayunó sus cereales favoritos, porque él decía que les daba un gran poder.
Cuando estaba en la fila para entrar en clase, se encontró a Víctor. Le preguntó si estaba nervioso, pero Víctor le dijo que no, ya que él iba a un equipo de fútbol y ya hacía muchos partidos.
Las manecillas del reloj pasaban muy lentamente, Pablo estaba deseando que sonara ya el timbre, cuando de repente, José Manuel vio a Pablo despistado y decidió preguntarle:
- ¡Pablo! ¡Despierta, chiquillo! ¿Por qué miras tanto el reloj? Ya sabes que todavía estamos en segunda hora.
- Ya, profe, pero es que el equipo de Víctor y yo tenemos hoy un partido contra los de 5º, y estoy muy nervioso.
- Tú no te preocupes, sé que lo vais a conseguir.
En ese momento, Víctor saltó y dijo:
- Ya lo sabemos, profe. Además, si perdemos, no pasa nada, lo importante es pasárnoslo muy bien.
- Sabias palabras, Víctor. Bueno dejemos este tema, debemos seguir con la clase.
Ya entonces, Pablo no se preocupó tanto y las siguientes horas se le pasaron volando. Cuando sonó el timbre, el equipo de Pablo y Víctor salieron corriendo al patio, y José Manuel les dijo:
- Recordad, no pasa nada si perdéis. Os estaré animando. ¡Buena suerte!