A Fate Stories

Matrimonio Diplomático III

Enkidu regresaba a sus aposentos, el ambiente era lodo de pantano, muy pesado y difícil de tolerar, sólo había una persona que haría sentir sus nervios de punta con un estado de alerta por los cielos. Gilgamesh lo esperaba con ánimos de mujer en parto, tal vez no toleraría amplias explicaciones absurdas, le bastaría sólo con dejar en claro quién era el dueño de esa mujer en descubrimiento. Dueño como si lo fuera el que la vió primero, como si se tratase de un objeto, de un lugar en disputa o el tesoro de la guerra contra su resistencia, aquella que afloraba cuando el se acercaba e insinuaba sus intenciones. El Lugal de Uruk tenía la sensibilidad a flor de piel, una simple contradicción, queja o excusa barata haría que cielo y tierra se estremecieran por su ira. La conoció Ishtar, el toro sagrado y los dioses que trataron de amoldarlo a sus intereses, menos arrogante, menos ambicioso. Gilgamesh haría una guerra contra el mundo si perturbaban su tranquilidad y poseciones. Enkidu sólo podía escuchar a un hombre pidiendo auxilio a manotazos, ahogándose en las aguas del amor, lleno de miedo a perder lo que quería tener, temor a ser rechazado por esa persona a quien pondría en pedestal y adoraría por el resto de su vida. Era un canto celestial, la misión impuesta por los dioses que nunca completó por la amistad nacida entre ambos, ya lo había realizado esa chica. La respuesta nunca estuvo en la fuerza de alguien superior, si no en el amor. El señor gobernador semidiós de Uruk fue domado por una simple humana.
— Yo soy tu hermano y jamás te robaría algo... Ella no conoce la vida Gilgamesh, y no eres muy paciente.
— No es algo que no pueda aprender, seré el hombre mas paciente de la tierra si ella así lo quiere. La deseo para mi, su sonrisa, su mirada, su espada, todo en ella me vale oro y no quiero soltarla, ni siquiera si tu me lo pides.
— Nunca te lo pediría, pero dicen que las mujeres son la única perdición de los hombres, espero que no te pierdas a ti.

Arturia solicitó la compañía de su maestro que a su habitación llegaba con prisa, habría que tomar su punto de vista como en las batallas, confiaba en el buen criterio y medidas que este concebía. Contar el plan de Merlín, escondiendo los detalles que lo involucraban a él y a Ginebra sería suficiente para no provocar malos entendidos.
— ¿Por qué no me confiaste la verdadera razón de vuestra partida?— Lancelot con la verdad a medias exigía seriamente una explicación a la confidencialidad de los planes de su aprendiz.— ¿A caso no soy tu caballero?, Te prometí fidelidad y entregué mi vida a tu causa. ¿Qué mas puedo dar a mi rey?
De pie, frente a la ventana, con la mirada posada en los bellos horizontes de la tierra desconocida, Arturo escuchaba las exigencias de su amigo, pensaba en el cruel destino que lo recibiria después de tomar la mano de Ginebra, no lo dudó. Tomó la decisión más acertada.— Estoy feliz contigo Lancelot, haría lo que fuera por proteger tu integridad y honor, en la profecía de Merlín hay más que la pérdida de Inglaterra en guerras, por ello tuve que guardar detalles, espero comprendas mi decisión.
— ¿Vuestra mano pones en rebaja por una profecía?
— Fue de una profecía de donde salí yo y la gloria de Gran Bretaña, ¿Por qué no confiar de nuevo en ellas?
— Sugieres un matrimonio diplomático entre reinos muy opuestos para mantener el orden en tu pueblo.— Aclaró con leve disgusto.— No me opondré a eso, pero si ese rey no respeta vuestra inmaculada concepción del mundo, Inglaterra caerá sobre él y Uruk.
— Que así sea Lancelot.— Una sonrisa se dibujó en sus labios, si pudiese casarse con algún caballero tendría que ser alguien similar a él, pero jamás él debido a la imagen de maestro y el amor que sentiría por Ginebra.

... Rivalea...
Gilgamesh me ha salido algo OOC, lo siento. U.u
En este fic no quiero dar tanto protagonismo a Diarmuid porque es más GilArt, espero también perdonen eso.
Sugieranme con quienes más puedo shipear a Arturia. No olviden comentar y puntuar si les gusto.
Se despide de los Readers Rivalea -u-