VI

2.8K 346 12
                                    


Había corrido. En su tonta confesión no encontró algo más simple que correr. Dejó a Kuro atrás con la palabra en la boca, y él corría esquivando como podían sus reflejos a las personas de alrededor.

Pensó que seria fácil. Que no necesitaba preparación alguna. No pensó que sus nervios lo traicionarían y le nublaran la mente. ¿Por qué lo hizo? Debió pensar mejor las cosas. Mentalizarse con todo, las palabras, el ambiente, sus reacciones, los pros y contras que podrían traer tales palabras.

Para empezar no sabía si Kuro podría compartir y devolver sus mismos sentimientos. Estaba siendo egoísta el solo pensar en lo que él quería. No estaba pensando en Kuro para nada.

Se mordió el labio sintiéndose culpable y frustrado, y deseo volver el tiempo atrás. Antes de haber soltado algo como "Me gustas"

Chocó con alguien y sin verlo realmente susurró un pequeño "perdón" y notó lo quebrada que estaba su voz. Solo eso le faltaba, que sus sentimientos se desmoronen y termine llorando patéticamente.

Y emprendió huida nuevamente. No se preocupó ni ayudó a la pobre señora a la que acabada de golpear a recoger sus compras, y a veces el karma castiga. Si se hubiera quedado. Si se hubiese detenido a recoger las bolsas esos segundos, tal vez ahora no habría cruzado la calle, aun cuando su semáforo estaba en verde. No habría experimento el terror de ver un choque automovilístico y uno de los carros ir descontrolado a su dirección. Siendo el único en su trayectoria, y la luz alta del vehículo cegarle la vista, instintivamente cerró los ojos.

Los gritos de la gente y la bocina de los autos, algunos perros de la calle ladrando, el aroma a neumático quemado en el aire. Todo eso sentía y escuchaba, menos una cosa. No sentía dolor en su cuerpo, no sintió un golpe mandándolo lejos por el parachoques del auto que lo quería arrollar. No sentía sus extremidades resentidas, solo temblaba. Temblaba del pánico que sintió su corazón hace segundos.

—Hasta en las cosas más simples te metes en problemas.

Al abrir los ojos de golpe y ver unos orbes rojizos tan cerca, le dieron ganas de llorar. En brazos de su Servamp, ambos estaban en el otro extremo de la calle, lejos de donde se produjo un choque de autos.

.

.

El recordar esa escena, y estar viviendo la de ahora, se parecían tanto. Nuevamente estaba metido en un lío y su Servamp lo tenía en brazos. Luego que sus piernas no quisieron responderle, y no tuviera fórmula ni tiempo de esquivar aquel monstruo, pensó que realmente seria aplastado por las grandes manos de este.

Se sintió tan aliviado de tenerlo cerca. De que el chico llegara a tiempo a salvarlo. Tanto que se le escapó un pequeño sollozo y una sonrisa ahogada.

—Kuro...

Y reclinó su cabeza en el pecho de su chico, al momento en que su Servamp se agachaba sin soltarlo de sus brazos.

—Eres un problema tras otro, Mahiru.

Shirota soltó una risita contenida mientras sus manos arrugaban la chaqueta del mayor. Sus palabras sonaban molestas, pero sabía que Kuro no las decía enserio. Porque lo sentía, los brazos del mayor temblaban ligeramente, casi como si hubiera tenido miedo. Casi igual a aquella vez. Ambos habían tenido miedo en aquel accidente, tanto el castaño como el de mirada rubí, tenían un ligero temblor en el cuerpo. Claro que Shirota era más evidente, pero Kuro igualmente se preocupó.

—¡Dodo!

Ambos dejaron sus pensamientos para mirar a Misono gritando. Mahiru al reparar en el hecho de la destrucción de la muralla y parte de las escaleras, encontró al chofer de los Alicein sentado junto a las gemelas Yuri y Mari

—¡Eran ustedes malditos bastar-!

Misono detuvo sus gritos al mirar el par de ojitos escarlatas de las nenas. Ellas transmitían toda la ternura de sus añitos para evitar ser regañadas haciendo unos tiernos pucheros, y funcionó en el chico.

—Eras tú bastardo— se corrigió.

—¿Por qué te enojas solo conmigo Ahoge?

Kuro dejó de mirarlos, no tenia interés de ver como Kisama-chan regañaba el desastre que hicieron en las escaleras y algunos pilares del salón, ahora que descubrieron que aquel monstruo eran esos tres, llevó su rojiza mirada al cuello del castaño viendo una herida allí.

—¿Quién la hizo?

Mahiru miró interrogante a su Servamp, y al ver donde tenía puesto sus ojos, llevó una mano a la herida en su cuello notando recién que podía moverse. Parpadeó confundido ¿Por qué no pudo moverse hace unos momentos? Había sentido que un extraño escalofrió le invadió de pies a cabeza y sus sentidos se habían aturdido. Pero ahora parecía que todo andaba normal con su cuerpo.

Soltando un suspiro le contó a Kuro lo que había pasado y cómo se la hizo, también lo que Mikuni le hizo hacer al separarlos. Su Servamp le soltó en un bostezo lo tonto que fue. Mas sin embargo llevó una mano acariciando la herida con lentitud y pereza, haciendo sonrojar al menor.

—Estoy bien, Kuro.

El mencionado hizo un mohín desconforme. Shirota podría estar siendo torturado pero siempre soltaría un "no te preocupes" "Estoy bien" "No fue nada" Todo para no alarmar a nadie, porque a pesar de que la sangre estaba seca, había un gran camino de ella bajando del cuello hasta perderse en su ropa, y ésta aún estaba algo húmeda.

Soltando un suspiro le revolvió los cabellos al castaño, para dejarlo en el suelo y acercarse al fin al resto de los chicos.

Y luego de unos minutos de regaño por parte de Misono a todos los allí presentes —cosa que no entendía si ellos no hicieron nada malo— se agruparon todos. Al fin, después de casi una hora, se habían reunido todos los Eves y Servamp, salvo uno. Misono encontraría a Lily y lo golpearía con la enciclopedia gigante que tenían en la sala de juegos.

Y Mikuni no se salvaría.

Trick or TreatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora